«La hostelería del centro histórico aún tiene mucho que evolucionar»

PONTEVEDRA

Rafa Trigo puso en marcha hace 22 años el Café Universo, todo un clásico y un referente del casco antiguo de Pontevedra como local de ocio

19 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Rafa Trigo fue pionero en los años ochenta de una renovada hostelería que contribuyó a revitalizar el centro histórico como zona de ocio, impulsando con otros socios y en solitario la apertura de hasta tres locales punteros: La Cabaña, el Café Universo y El Bocaito. Sin embargo, piensa que el casco viejo todavía tiene mucho que evolucionar en este aspecto. «Hay demasiados pubs de chavalada que abren dos días, se traspasan y se vuelven a traspasar, y faltan restaurantes de nivel -no solo de tapeo, que los hay muy buenos- capaces de atraer una clientela sólida todo el año».

Habla con conocimiento de causa. Es Técnico en Hostelería y en Turismo y no es extraño que se decantara por esta actividad profesional porque la mamó desde pequeño. En los años cincuenta, su familia también innovó en el sector cuando abrió el Hotel Universo, que ocupaba la esquina de Benito Corbal con Sagasta. Tuvieron otro en Lisboa y un tercero en Angola.

De niño y adolescente, Rafa Trigo vivió en ese hotel familiar. «Era un establecimiento muy moderno para la época», dice. Y fue todo un referente en la vida social de esta ciudad por sus huéspedes (diplomáticos, artistas, toreros... ) y por sus servicios externos, sus salones, su cafetería, sus jardines, su música en vivo y su boite, que frecuentaron varias generaciones de pontevedreses hasta finales de los años setenta. «Aquella discoteca era lo máximo, venía gente de toda Galicia porque fue la primera; estaba en el primer piso y meter allí a seiscientas personas sin molestar a los huéspedes tenía tela. Había colas y la entrada y salida se hacía organizadamente por el vestíbulo del hotel», recuerda.

De jovencillo hizo sus pinitos trabajando en la recepción del Universo y, animado por su padre, se fue a Madrid a formarse como Técnico en Hostelería y Turismo. Acabados los estudios, le salió su primer trabajo en Tenerife. Con 22 años fue recepcionista en un cinco estrellas, el Hotel Botánico de Puerto de la Cruz. Guarda un gran recuerdo de aquella experiencia. «En Canarias viví fenomenal, aunque el trabajo era intenso». Pudo hacer carrera como director de hoteles. Pero decidió volver a Pontevedra y dejar de trabajar por cuenta ajena para convertirse en empresario.

Su primer negocio fue La Cabaña, en la calle Flórez, que montó con los hermanos Alonso y Camilo Abeledo. «Fue un bum desde el primer día, pero aquella vida nocturna era muy dura y nosotros la vivíamos con alevosía».

Aguantó dos años y regresó a Madrid para trabajar en el aeropuerto de Barajas en ATESA, una de las grandes empresas de alquiler de coches. Se compró un apartamento y se asentó en la capital de España, aunque acabó vendiéndolo para volar de nuevo. Esta vez a Ibiza, donde vivió un año entero en pleno auge de la isla como centro de la movida internacional. Allí estuvo a punto de coger el traspaso de un local, pero sobrevivió haciendo otros trabajos.

El ambiente de Ibiza no se le resistió. «Pasé un año de muerte, pero aquello tenía peligro», añade. Así que, de nuevo recaló en Pontevedra. Trabajó dos inviernos en Marrón Glacé, «una sala que había abierto Quintillán en avenida de Vigo». Y en verano montó una escuela de windsurf en la playa de Canelas, «un deporte que aprendí a practicar en mi estancia ibicenca».

Un clásico

Rafa Trigo quería montar un café clásico, «algo sólido y relajado», y estaba en tratos para alquilar el bajo de la plaza del Teucro que hoy ocupa el pub Bananas, cuando se fijó en otro local de la plaza de Méndez Núñez que estaba funcionando como crepería. De repente ese negoció cerró y lo realquiló para el Café Universo. El nombre estaba cantado. Y el espacio era el ideal. Ocupa el ala izquierda de la Casa de los Muruáis, donde a finales del XIX se celebraba una de las tertulias literarias más importantes de la época y, además, albergaba una gran biblioteca en la que Valle Inclán alimentó su vocación de escritor.

El Universo se inauguró en los Carnavales de 1987. «Tuvo un éxito alucinante, a los quince días estaba petadísimo». Sus primeros clientes fueron Juan Tiburcio y Marita, «que me siguen siendo fieles todos los fines de semana». Recuerda que no tenía un duro para decoración, así que mantuvo la que había, y la primera compra de suministros la hizo a crédito en Cash Galicia. El negocio empezó a ir bien y entremedias montó El Bocaito con Fito, su actual propietario, pero después se desligó para no desatender el local de Méndez Núñez.

Su gran colaborador fue Javier Viéitez. «Estuvo 17 años conmigo e hicimos maravillas, despachando los dos solos lo que hoy despachamos entre cinco. Además, aquí vivió una bonita historia, conoció a mi prima María que venía los fines de semana a echarnos una mano y acabaron casándose». Este matrimonio tiene hoy la Tapería Trigueira en plaza de La Leña.

El Universo se caracteriza por un ambiente tranquilo, con una clientela de 35 años para arriba. «La gente que viene aquí ya pasó la etapa de beber para emborracharse y lo que quiere son copas ricas, de marca y bien servidas», explica su propietario.

Otra de las innovaciones de este Café, en la que también fue pionero junto con el antiguo pub Albatros, consistió en convertir el local en una galería de arte. Cerca de 300 artistas han colgado obra en sus paredes de piedra. «Ahí di rienda a mi afición por el arte, que también me viene de familia», apuntó Rafa Trigo.