Ellos también hacen la Peregrina

Hugo Amoedo redac@lavoz.es PONTEVEDRA/LA VOZ.

PONTEVEDRA

12 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

No se trata de entes relacionados con la Administración sino que hay que darse cuenta de que toda vivo necesita de una interacción complementaria con otros organismos para supervivencia y felicidad del total. Así sucede también en estas fechas de fiestas. Los grandes nombres son Los Secretos, los Wailers, o el rostro del torero Aparicio. Pero, ¿quien asegura que la fiesta no termine ahí? Payasos por la voluntad. Triunfa sobre todos la voluntad de estos payasos callejeros que agasajan a los niños con globos en forma de perritos o espadas. El payaso Pinpón, es uno de ellos y lo podrán ver por la plaza de San José. Se formó para escayolista, se cambió para ser mormón pero, a los 32, decidió optar por el circo. Dice que no hay iglesia que lo salve, sino los niños. Es de Sabadell, pero lleva ya un año en Pontevedra, ganándose el dinero al día para pagar la pensión y poder comer.

Si Pinpón se quejase de la competencia sería porque la Rúa da Peregrina es dominada por un payaso saltarín que se dedica a lo mismo. Se llama Emil Nicosur, viene de Rumanía, y con los tres días que lleva trabajando tiene menos oficio, pero más energía joven. Afirma recaudar sobre 30 euros dando globos y saltos.

No se sabe si Pau agarra los globos para que no vuelen o para no caerse del cansancio. Como la policía no le permite dormir con el camión que tiene la empresa en la que trabaja, viaja diariamente desde Portugal. Ni más ni menos. Su negocio, dice, no da para vivir, «y menos con la competencia existente». «Hay hambre aquí y hambre allá», asegura.

Son necesarios los refrigerios en una buena fiesta. Elena tiene un chiribitín en el que vende de todo: palomitas, gominolas, refrescos y helados, reyes de la fiesta. Se recomienda tomarlos fríos, pero si la encuentran, allá por el Pazo provincial, notarán el calor de su trato. Ella es la representante en esta página de todos aquellos comerciantes ambulantes que se dedican a recorrer las romerías de Galicia y el extranjero. «Qué morro, siempre de fiesta», pensará alguno. Sin embargo, para ella y todos sus compañeros de barraca, este no es más que su trabajo.