La música es uno de los ejes de la vida de este gran conocedor de Pontevedra y sus gentes, que ha reflejado en libros y en más de 500 artículos la historia sociocultural de esta ciudad.
José Luis Fernández Sieira nació en A Pobra do Caramiñal y con solo dos años se trasladó con su familia a Pontevedra, después de la prematura muerte de su padre en la emigración. «Cuando viajaba de Nueva York a Buenos Aires, en el barco se declaró una epidemia de cólera y en aquella época, como eran travesías muy largas, a los que morían los tiraban al mar. Muchos años después supe que ese fue el destino de mi padre, al que no llegué a conocer».
Su infancia está vinculada al barrio de Santa María, donde vivió primero con su madre y siguió residiendo algunos años más ya de casado. Fue monaguillo de la Basílica y estudió el Bachillerato en el Instituto, donde se involucró en una serie de actividades que serían importantes en el desarrollo de su vida. «Allí jugué al fútbol, hice teatro, canté en el coro y formé parte de una rondalla que daba serenatas a las chicas los sábados a la luz de la luna; eran serenatas interesadas porque los novios de esas chicas a las que rondábamos después nos pagaban a los músicos la cena en Calixto».
Pero su pasión por la música empezó bastante antes. «Me consideraban un niño raro porque con ocho años los domingos por la mañana prefería sentarme en un banco de la Alameda, frente al palco de la música, para escuchar a la banda que jugar a la pelota con mis amigos».
Llegó a estudiar guitarra con el maestro Pola, pero fue también un autodidacta. «Aprendí solfeo y a tocar el piano por mi cuenta. La verdad es que tenía predisposición para la música».
Presidente de honor
Con 18 años se hizo socio de la Filarmónica y al morir su casi perpetuo secretario, José Martínez Tiscar, el entonces presidente, Celestino Fontoira fichó a Sieira para ese puesto. «Fui secretario diez años, después ascendí a vicepresidente, seguramente por méritos de guerra, y cuando falleció Fontoira fui nombrado por aclamación presidente». En total, 23 años dedicado a esta sociedad, de la que sigue siendo presidente de honor.
La Filarmónica cumple noventa años y en febrero celebrará su concierto número 1.000. El propio Sieira recogió su historia en un libro publicado con motivo las bodas de platino y dedicado a todos aquellos que compaginaron su amor a Pontevedra y su devoción por la música. Los más ilustres personajes de esta ciudad han estado ligados a una entidad, que algunos consideraron erróneamente como elitista. «Todo lo contrario?aclara ?, cuando se creó en 1921 los socios pagaban tres pesetas y para que las personas con menos medios pudieran disfrutar de los conciertos se estableció la categoría de socios de paraíso, que costaba solo 0,75 céntimos; era la entrada de general del Teatro Principal y debieron llamarle así, paraíso, porque estaba arriba, más cerca del cielo», bromea.
El primer concierto lo dio el Cuarteto Rosé de Viena, pero admite que bien podría considerarse como tal el que ofreció Rubinstein en 1918, porque lo trajeron los mismos que fundaron después la Filarmónica.
Aunque la ciudad siempre tuvo una gran inquietud musical, Sieira subraya que la Filarmónica «contribuyó a que muchos pontevedreses, a base de asistir a conciertos, entendieran y amaran la música clásica». Hoy cree que sigue siendo imprescindible en la oferta de música de cámara, «que es su esencia».
Nombre
José Luis Rodríguez Sieira
Profesión
Funcionario jubilado de Obras Públicas
Edad
82 años
Elige cono rincón la plaza de Alonso de Fonseca, en Santa María, donde vivió desde muy niño y donde nacieron también sus primeros cuatro hijos.
Fernández Sieira tiene siete hijos y quince nietos, una gran prole en la que pervive la tradición musical. Una de sus hijas, Isabel, es profesora de música y ocupa el cargo de tesorera en la Filarmónica.
Su dedicación en el ámbito sociocultural de Pontevedra se extiende a otras muchas sociedades y colectivos. El último reconocimiento a su labor acaba de hacérselo la Peña da Boina, nombrándole socio de honor.
Semblanzas
Entre esas muchas entidades con las que colabora, destaca Amigos de Pontevedra. Lleva más de treinta años escribiendo y leyendo las semblanzas de todos los galardonados por esta peculiar asociación, recogidas también en un libro que, como él dice, «cuenta cosas de las buenas gentes de esta ciudad».
Lo cierto es que esas semblanzas condensan la pequeña historia de la ciudad, a través de las vivencias de sus vecinos.
Sieira recuerda que Amigos de Pontevedra es fruto de una gran idea que tuvieron Víctor Mercadillo, Paco Otero y Fernando Lamas, entre otros, y que consistió en reunir en una comida de reencuentro a los pontevedreses presentes y ausentes, que cada mes de agosto por la Peregrina regresan a su ciudad. «La primera xuntanza en 1972 ya desbordó las previsiones y cada año la asistencia y el entusiasmo fue mayor».
De las más de 200 semblanzas que hizo, recuerda con especial cariño la del médico pontevedrés que trabaja en la Paz, Javier Cabo, autor del primer trasplante de corazón a un recién nacido. Reconoce que las que más disfrutó haciendo fueron las de personas sin un gran currículo y cita como entrañable la de Avelino, el hombre que tiró durante años de la carroza de la Peregrina.