Un libro recopila el arte rupestre de Ponte Caldelas

MARÍA CONDE PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

11 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El arqueólogo Antonio de la Peña y el historiador Buenaventura Aparicio Casado firman un nuevo trabajo sobre el arte rupestre en Ponte Caldelas. Símbolos sen memoria es el título de este libro, editado por el Servizo de Publicacións de la Diputación y que ambos autores presentarán mañana en un acto que se celebrará en el Café Moderno (a partir de las 20 horas).

Aparicio destaca que De la Peña es el encargado de situar y describir los petroglifos que recopila la publicación, mientras que su parte corresponde al análisis antropológico de estos yacimientos. «Y ahí -advierte el historiador- apuntamos varias cosas. El atractivo de los petroglifos es que están realizados por una sociedad de hace 4.000 años, ágrafa, que no tiene escritura, y que usa un lenguaje simbólico muy complejo, que en gran parte permanece indescifrado. Pero lo que sí podemos es ir viendo sus diferentes componentes. Sabemos que son señales, son demarcaciones gráficas que están demarcando el territorio. Aparte de eso, tienen algunos un componente mágico religioso, y después, otra parte de ellos, los de carácter narrativo con escenas de equitación o caza, tienen un matiz propagandístico. Son una muestra del poder de unas élites que tenían un papel preponderante en estos poblados. No eran grupos muy numerosos, pero ya hay una jerarquía social».

Aparicio destaca que los gallegos «han sido canteiros siempre». «Galicia está connotada por dos cosas, que son las aguas y las piedras, el granito. Son los elementos fundamentales del paisaje -explica Aparicio. Y eso dio lugar a una interpretación simbólica muy importante. Si se quiere entender el sustrato que tienen en el alma los gallegos sin conocer el significado que tienen para ellos las rocas, las piedras o las aguas, no entendemos nada».

Ignorados

«Lo que ocurre -añade- es que la gente de las aldeas no se creía que esos signos eran prehistóricos porque sus abuelos o padres habían sido canteros y como iban al monte, se dedicaban también a hacer marcas en las piedras. Esta interpretación dio pie a que no se diera ningún valor a los petroglifos. Fueron ignorados y los canteros se cargaron rocas muy importante. Hoy en Galicia podemos tener un 10 o un 20 por ciento de lo que fueron petroglifos».