El protocolo demora 28 minutos la apertura al tráfico de la autovía e irrita a decenas de conductores
SANTIAGO
La autovía gratuita Santiago-Brión entró ayer en servicio 28 minutos después del momento inicialmente previsto, que era a las seis de la tarde. El cambio de planes provocó que cientos de conductores deseosos de estrenar la AG-56 reaccionasen airados al alcanzar su principal acceso, en A Rocha, y encontrarlo cerrado cuando, supuestamente, ya debía hallarse abierto. ¿Por qué la demora? Cosas del protocolo.
«Foi por culpa da choia esa de Touriño. Cando por fin acabou, houbo que quitar a parafernalia toda que montaran no medio da calzada, e logo retirar as barreiras que tiñamos para tapar todas as saídas e entradas». Así justificaba el imprevisto un operario de la empresa concesionaria de la carretera. Se refería al acto oficial de inauguración que, presidido por el jefe del Ejecutivo gallego, había tenido lugar esa misma mañana, sobre el propio trazado y en el entorno de Pardiñas, allí donde acaba Compostela y comienza Ames. Con motivo de dicha ceremonia, la Xunta había instalado en pleno trazado una enorme carpa bajo la que acoger al más de medio centenar de invitados al acontecimiento, cóctel incluido.
Desde las 18.00 hasta las 18.28, cuando recibieron instrucciones de franquear el paso, dos guardias civiles apostados en el área de A Rocha impidieron a los automovilistas ingresar en el vial. Contra su voluntad, a los afectados no les quedaba otra que continuar la marcha a través de la autopista del Atlántico por los carriles Vigo-A Coruña, abandonarla a la altura de la conexión de Ourense (punto 72), sortear un par de rotondas, volver a tomar la AP-9 en sentido opuesto y plantarse de nuevo en el trecho inicial de la AG-56. Hubo quienes debieron realizar esta maniobra de rodeo hasta en dos ocasiones diferentes para lograr su objetivo de testar la flamante infraestructura.
Prueba del enfado generalizado, varios pilotos detuvieron sus turismos junto a los agentes de Tráfico para inquirirlos acerca del retraso, ocasionando con esa actitud ciertas retenciones. Una señora de avanzada edad que viajaba en la parte trasera de un auto llegó a asomar medio cuerpo por una de las ventanas para, visiblemente irritada, vociferar ante la autoridad. «¿Por que non abre? ¿Que pasa?», exclamó. Igualmente contrariado, casi a continuación, un joven al volante de otro vehículo incluso gritó a los guardias: «Cagho en...». Los hombres de verde, sin culpa de nada, encajaron los improperios con aplomo.
Resuelto el problema y calmados los ánimos, la AG-56, que cada día será empleada por un promedio de 25.000 coches, comenzó a recibir usuarios paulatinamente. Solo entre ese momento y las 19.00 (media hora apenas), al menos 27 turismos violaron la normativa vigente, al rebasar -algunos de manera leve, otros muy ampliamente- los límites de velocidad establecidos: un máximo de 100 kilómetros por hora durante un 92% del recorrido y un tope de 80 para los mil metros restantes.