El Gobierno concederá hasta nueve meses y un millón de euros a una compañía por proyectar 3,6 kilómetros de vías
30 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Si bien no informó de ello a la opinión pública, el presidente del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), Antonio González, aprobó el pasado 28 de diciembre el diseño básico para la integración en el Ensanche de la futura línea de alta velocidad Compostela-Madrid. La noticia se acaba de conocer ahora, gracias a que el Gobierno ha iniciado por fin los trámites para encargar a una empresa que convierta el citado informe en un proyecto constructivo al uso. Los documentos a disposición de las compañías interesadas en pujar por el contrato ya anticipan las dos «obras singulares» cuya ejecución habrá de precisar quien gane la competencia: la ampliación del llamado viaducto de Pontepedriña y la del paso inferior de Amor Ruibal, según denominación oficial.
Con la primera expresión, el ADIF se refiere a los 265 metros de trazado que, sobre robustos y altos pilares encarnados, sortean una zona embarrada de Cornes donde decenas de automovilistas suelen estacionar sus coches cada mañana de manera gratuita. Y con la segunda alude al trecho, 11 veces menos largo, que empalma con el anterior, un tablero bajo el que circulan los coches en tránsito desde la rotonda de Galuresa hacia Hipercor. O sea, el Estado planea reformar otra vez dos estructuras sometidas a sendos procesos de remodelación aún cercanos en el tiempo: el primero, a comienzos de la década presente y el segundo, durante la mitad inicial de los noventa.
La decisión del Ministerio de Fomento de dotar a Galicia de al menos un verdadero corredor de AVE (la salida hacia la Meseta a través del eje Santiago-Ourense) significa en la práctica que este, necesariamente, ha de constar de una doble vía electrificada. Y, para ello, los expertos han concluido que no queda otra alternativa que duplicar el ancho de la plataforma actual sobre la que discurren los trenes desde el empalme de Boqueixón hasta el centro de la capital, incluido ese par de puentes próximos a la estación del Hórreo.
Dada la distancia entre sus puntos de origen y destino, esta actuación afectará en global a 3,6 kilómetros lineales de raíles, tal como explican los autores del diseño básico de infraestructura. Precisar sus características, determinar el método de construcción, calcular el impacto sobre el entorno y preparar las expropiaciones corresponderá, entre otras tareas, a la ingeniería privada que presente al ADIF la oferta más ventajosa a lo largo de las cinco semanas venideras. El Boletín Oficial del Estado, en su edición del sábado pasado, avanzaba que el análisis económico de todas las propuestas recibidas no comenzará hasta el 17 de junio, de modo que la elección de la vencedora podría retrasarse hasta julio, si no a septiembre.
Ya una vez sellado el acuerdo entre las partes, el gestor de los ferrocarriles españoles concederá a la sociedad proyectista un tope de nueve meses para completar el trabajo, a tenor de la información contenida en el expediente administrativo correspondiente a esta inversión. Como contrapartida, la empresa percibirá del erario un millón de euros, a lo sumo.
La mitad de lo que faltaba
Hasta el momento, del conjunto de la conexión de AVE entre las ciudades del Apóstol y de As Burgas solo restaban por impulsar dos subtramos, residuales en tamaño pero claves como el que más: la entrada en el corazón de Compostela y la integración en el núcleo ourensano. La tramitación del primero -ahora sí- ya se encuentra en marcha, mientras que la del segundo se hará aguardar algo, pues ha sido anunciada para el intervalo de julio a diciembre.
Técnicamente, el resto de la línea (82 kilómetros) está en obras; de hecho, su grado de avance promediado rebasó el verano pasado el 52%, aunque la polémica por la expropiación de la mina de Serrabal mantiene congelados los progresos en una sexta parte del trazado.