Para él, Santiago estaba un poco mejor antes, «cuando la gente era más cordial, respetuosa y los jóvenes sabíamos divertirnos de otra forma diferente»
22 ago 2009 . Actualizado a las 13:57 h.Héctor Juanatey Compostelano desde la cuna, José Manuel Martínez Ares, más conocido como el Txino, reconoce que «no hay nadie que sea más de Santiago que yo». El Txino se crió en los barrios más emblemáticos de Santiago, primero en Pontepedriña y luego en Vite, lugar «donde realmente crecí ya que pasé ahí toda mi adolescencia».
Hablar con el Txino es como hablarle a alguien a quien conoces desde hace mucho tiempo. Con una amabilidad y una confianza infinita, cuenta que le costó elegir un rincón de Santiago, porque hay millones. «Lógicamente en El Matadero es donde paso más tiempo, pero también hay otros lugares que tengo en la memoria». Recuerda entonces el campo de fútbol de la residencia del Campus Sur. «Pasé muchísimo tiempo allí.» «Ya sabes, cuando faltabas algún día a clase ibas al campo a echar un partido y pasar un buen rato con los colegas».
De criarse en zonas emblemáticas, el Txino acabó creando su propio lugar de visita obligada en las noches santiaguesas: El Matadero. Reconoce que «lo de la hostelería es vocacional». «Siempre tuve don de gentes y quería vivir del contacto directo con las personas». Aunque sus primeros trabajos fueron en los conciertos que se organizaban en Santiago, pronto comenzaría a trabajar de camarero en varios locales de la ciudad, a veces en más de uno al mismo tiempo. La idea de montar su propio rincón surgió de un amigo suyo del barrio de Vite, Luis. «Un día me dijo: 'Txino, tú lo que tienes que hacer es montarte tu propio bar». «El problema lógicamente era que en aquel momento yo no tenía suficiente pasta para hacerlo, pero con el tiempo la idea fue adelante».
Cuando hablar de los primeros pasos de El Matadero, cuenta que «lo hicimos todo entre tres colegas: yo y dos de mis mejores amigos, los dos Luises». «Todo lo que se ve fue levantado por seis manos solamente». El pub nació oficialmente el 13 de septiembre del 2002, año en el que se fue a vivir a la zona vieja. «Siempre quise vivir ahí, es emblemática, da la sensación de vivir en otra época». A partir de ahí, sucedieron tantas anécdotas que le cuesta recordarlas todas. Una de ellas es el bulo que todavía hoy en día corre de lengua en lengua, y es que el pub pertenece a Luis Tosar. De este reconoce que es «mi mejor amigo, es como mi hermano». Como un amigo más, pisaba mucho El Matadero y la gente prefería pensar que él era el jefe. Cosas de la fama. «Hasta mi familia me llegó a preguntar», recuerda entre risas.
Y es que detrás de la barra tan solo se encuentra la figura de el Txino. «Es como mi casa». Nadie podrá negar que El Matadero tiene un aura que, al contrario que en los mataderos, hace renacer las almas de todos los que dan con sus pasos en la entrada. Su ambiente te convierte en adicto a un local en el que siempre que marchas, escucharás un «gracias» de boca del Txino. Entonces, ya no hay vuelta atrás. Siempre volverás.