El plan comunitario de Vite tiene sus días contados si las autoridades de la Consellería de Sanidade no cambian su decisión de no mantener el convenio de colaboración con la Asociación de Veciños de Vite para el próximo año. El convenio del 2010, anunciado la pasada semana y que representa un coste de 69.350 euros, será el último después de dieciocho años de existencia. Rosa Álvarez, la psicóloga del programa, explicó que la consellería ya les informó de que el próximo año no habrá convenio y se modificará el sistema para dejarlo en subvenciones para las entidades que soliciten ayudas destinadas a planes relacionados con la prevención de las drogodependencias. «Pero non basta con pegar uns carteis de non consumas drogas; os resultados chegan cun traballo continuado e cando gañas a confianza da xente».
La cuestión es que el plan comunitario de Vite es algo más que un programa de prevención, ya que tiene implicada a toda la sociedad del barrio en la lucha contra las drogas y contra cualquier situación que pueda derivar en exclusión social. Además de las tres personas contratadas directamente para desarrollar el programa, el plan funciona con la colaboración de otras ochenta personas entre personal docente, médico, vecinos y vecinos vinculados a entidades de mujeres, de cultura y de deporte.
El plan comunitario tuvo su embrión en el 87-88, cuando un grupo de voluntarios de la Coordinadora de Vite se pusieron manos a la obra para acabar con la lacra de las drogas. En aquel momento, el trabajo era «moi duro, moitas familias foron penalizadas con varios fillos con problemas», comenta la psicóloga. Veinte años después, los casos de drogas son «excepcionalidades» y hasta el fracaso escolar es «unha excepción, algo que logrouse polo traballo de todos: dos centros educativos, de saúde e de nós. É unha pena tirar este esforzo».
El plan comunitario fue cambiando a lo largo de los años, casi al mismo ritmo que el propio barrio. «Pasouse de falar de polígono a falar de barrio. A xente agora síntese orgullosa de dicir que é de Vite e hai vinte anos non era así». El barrio actual tiene una media de edad mayor, pero «segue a ter problemas que requiren atención: o instituto, por exemplo, ten atención case diaria, porque a prevención é fundamental e rentable a corto prazo. Os políticos queren resultados inmediatos, pero a prevención da resultados a corto plazo cun traballo de anos detrás».
Un cambio continuado
El barrio cambió en todos los años de existencia del plan comunitario y con él se modificaron también los temas a tratar. Así, aunque se mantienen atentos a cuestiones vinculadas a las drogodependencias y se siguen realizando campañas de prevención. El equipo también se ocupa de otras cuestiones que también están relacionadas como la autoestima, los talleres de sexualidad, las relaciones entre padres e hijos adolescentes y los conflictos entre profesores y alumnos. Este año se puso en marcha en el IES Xelmírez II un programa de «mediación escolar», que redujo la conflictividad en las aulas. «Os profesores reciben con satisfacción os resultados. Agora as aulas son distintas, gáñase en calidade de vida e en calidade de ensinanza», dice Rosa.
El plan comunitario es un éxito, según la técnica, porque se trabaja coordinadamente en comisiones, en las que intervienen diferentes personas. «Hai oitenta persoas pendentes». Así, cuando alguien detecta un joven con un problema, llega rápidamente al equipo del plan, que actúa casi inmediatamente, ataja el problema y busca una solución. Hace unos años, en el centro médico se detectó un incremento de embarazos no deseados e «puxose en marcha un plan preventivo; ao ano seguinte baixaron os datos. Cousas así demostran que o plan é necesario», apunta Álvarez.