En una conferencia del ciclo Os Luns do Ateneo muy concurrida, el catedrático de Teología y Ciencias Religiosas de la Universidad Carlos III, Juan José Tamayo, habló sobre el papel que juegan las religiones en una sociedad pluralista.
-¿En qué posición están hoy en día las religiones en España?
-La religión, siempre que está en la esfera pública, provoca conflictos y tensiones con el poder político y judicial. Solo hay que ver casos como el de la profesora a la que no incluyeron en las listas por haberse casado con un hombre divorciado o la prohibición de la procesión atea.
-¿Cuál es entonces su papel en esa esfera pública?
-La experiencia religiosa es personal. Tanto la creencia como la increencia es el resultado de la libertad de conciencia, de la que emanan el resto de las libertades. El Estado debe tener una actitud de total neutralidad, facilitar esa libertad y sobre todo evitar la discriminación.
-¿Legislando?
-Pero no solo. También en la aplicación de las leyes, porque existe una ley de libertad religiosa pero en la práctica el Estado privilegia a la Iglesia católica.
-¿Por qué?
-Pues porque en España no se ha logrando construir un estado laico. La Constitución establece que España es un estado que no tiene confesión, pero acto seguido nombra a la Iglesia católica. España es un estado que trata mejor a una religión que a otras, lo que supone dar privilegios y que haya discriminación.
-¿Por qué los poderes públicos no han sido capaces de crear ese estado laico?
-La responsabilidad de que no hayamos llegado a un estado laico es compartida, porque las religiones reclaman privilegios, el Estado se los concede y entonces reclaman más. Creo que no es miedo al conflicto social, sino cálculos electorales, pero la realidad es que los ciudadanos tienen formada su conciencia política y cada vez tienen menos peso las creencias.
-Estos días también ha tenido lugar la beatificación de Juan Pablo II.
-La beatificación ha sido un intercambio de favores entre Benedicto XVI y Juan Pablo II, porque este le cedió el poder moral, doctrinal y administrativo durante 25 años. También ha sido un blanqueo de los delitos de pederastia que se silenciaron. La beatificación significa que está en el cielo, y ese pecado se borra. Si es aclamado se considera que no ha habido delito.