Centenares de personas acampan en busca de una «democracia real»
20 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Son una generación perdida. Jóvenes aunque sobradamente preparados, dicen haber asistido hasta el pasado domingo a una partida en la que no eran más que los peones. Ahora, han tomado la plaza del Obradoiro clamando por una «democracia real». Son, según sus propias palabras «refugiados ideológicos» acampados frente a la catedral.
«Queremos cambiar el sistema», explica David López, un estudiante de Xornalismo que permanece en el Obradoiro desde el inicio de la concentración. La mayoría son estudiantes o jóvenes trabajadores, pero a medida que pasan los días se van sumando jubilados, amas de casa, parados y gente de todas las edades. Y los que no pueden permanecer las 24 horas en el Obradoiro, colaboran como pueden o muestran su apoyo a los descontentos. Ayer llegaron pizzas y tortillas para todos y los trabajadores de la Plaza de Abastos y de algunos restaurantes de la zona les acercaron algo de comer.
Octavillas y performances
Las recién creadas comisiones organizativas -de limpieza, cultura, economía y comunicación, entre otras- comenzaron ayer a dar sus frutos. Las primeras tiendas de campaña han aparecido en el centro de la plaza del Obradoiro. Hacia media tarde, tuvo lugar una performance para sacarse una foto de grupo en la zona de acampada. También comenzaron a repartirse panfletos por toda la ciudad para que los compostelanos conozcan su causa. «Ha tenido una buena acogida», explican los miembros del colectivo de indignados con la clase política. Además, a última hora de la tarde, estaba prevista una actuación del Coro da Ra.
Vista la acogida de la acampada (a media tarde calculaban que había en la plaza más de 300 personas), los manifestantes comienzan ya a plantearse alargar la concentración más allá del domingo, con vistas incluso a las elecciones generales, que se celebrarán el próximo año. Y hasta han empezado a trabajar en la redacción de un proyecto de ley para intentar cambiar una situación que les parece aberrante y poner sobre la mesa del Parlamento sus reivindicaciones políticas.