A veces la vida toma extraños caminos, pero finalmente adquieren cierta coherencia. José Vázquez Fouz fue diputado en Cortes en la primera legislatura, formó parte del equipo que redactó el Estatuto de Galicia y asegura que será socialista hasta el final de sus días. Pero también se hizo masón cuando pasaba ya de la cincuentena. Cuando empezó a familiarizarse con los ritos y la simbología notó que no le eran tan extraños. «En la casa familiar de Lugo guardaba muchos recuerdos de mi abuelo que, hasta entonces, no relacioné con la masonería», recuerda. Eran escarapelas con la escuadra y el compás, bandas y distintos instrumentos que después supo que pertenecían al universo de la masonería.
Cuando Vázquez Fouz dio más pasos en la Gran Logia de España, en la que ahora es diputado del gran maestro de la logia provincial de Castilla -donde está incluida Galicia- pudo conectar con masones de la emigración e investigar la vinculación de Francisco Vázquez Sánchez, su abuelo, con la masonería. Gracias a un gallego masón emigrante en Estados Unidos pudo probar que su abuelo había pertenecido a la Logia Universal de Nueva York, pues estaba inscrito en los censos de la orden. «La masonería era un gran consuelo para los emigrantes gallegos. En las logias encontraban solidaridad y compartían su galleguidad. Era una forma de no encontrarse tan solos en un país extraño», recuerda Vázquez Fouz, que paradójicamente terminó siendo masón sin saber que era la última herencia de su abuelo.