El médico Allen Roses cree que en el futuro habrá llaveros con el listado de nuestros genes y su reacción a determinados fármacos
13 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.A Coruña acoge la tercera Conferencia Anual EuroEspes sobre Medicina Genómica, una de las disciplinas médicas del futuro. Allen D. Roses, profesor de la Universidad de Duke (Carolina) y durante diez años vicepresidente de farmacogenética de la todopoderosa GlaxoSmithKline, habla hoy sobre el camino de encuentro entre la investigación y la industria, y sobre lo que nos deparará el futuro en materia genética.
-Se habla de fármacos a la carta, ¿qué significa?
-Habrá, ya hay, diferentes fármacos para cada enfermedad, todos válidos, pero no para todo el mundo. Se buscará la eficiencia para conseguir el que actúe más rápido, con menos coste, pérdida de tiempo y efectos secundarios.
-¿Cómo sabremos qué medicación es la mejor para nosotros?
-En unos años, cinco o diez, llevaremos en nuestro llavero, en un pen drive, tarjetas con nuestros datos génicos. Cuando entremos en un hospital por urgencias, o vayamos al médico por una infección, mirarán nuestros datos y nos darán el medicamento que más se adecúe a nuestro caso.
-Usted dice que el 90% de los fármacos solo son útiles para el 30-50% de los pacientes... Eso es lo que se pretende evitar, ¿no?
-En Europa y Estados Unidos el modelo sanitario es diferente, pero en el fondo se rige por una cuestión económica: el gasto farmacéutico. Lo que interesa es lo que suponga ahorro.
-¿Y a las compañías farmacéuticas, cómo les irá?
-Las grandes compañías buscan fármacos en función del mercado, de la demanda.
-Pero según sus cifras no siempre aciertan...
-Entre la labor de investigación de un grupo y el hecho de que un paciente se tome una pastilla hay un proceso larguísimo y muy difícil. En las grandes compañías ocurre que no hay contacto entre los dos grupos, no hay comunicación.
-¿No encargan el desarrollo de un fármaco a un equipo en concreto?
-La tendencia ahora es dividir el proceso en pasos. Cada paso se encarga a un grupo muy muy especializado y no hay conexión entre unos y otros.
-Frente a esta tendencia de «subcontratar» las fases de experimentación de un fármaco están las empresas pequeñas, como la suya, Cabernet Pharmaceuticals. ¿Cómo se plantea este proyecto?
-Está demostrado que las empresas pequeñas son muy eficaces. Se trata de empresas virtuales, con solo cuatro o cinco personas. Pero son personas expertas en su campo, gente muy preparada y con mucha experiencia. Se sientan en la misma mesa y debaten cómo llegar desde la investigación en el laboratorio al paciente, convirtiendo ese principio activo en un fármaco. Hay una enorme y muy eficaz cooperación en todo el proceso.
-¿Cómo se financian si no dependen de la universidad ni de un laboratorio?
-Lo que hacemos es intentar convencer a los inversores de que, si nuestra investigación tiene éxito, el valor de la empresa crece exponencialmente en cada paso que avanzamos.
-Es una apuesta lenta, pero muy rentable, ¿no?
-Sí, porque el dinero lo dan las patentes. Si tú consigues crear un medicamento que sea muy eficaz, los gobiernos o las aseguradoras ya se encargarán de que sea tu fármaco el que se distribuya. Eso hace que el valor de la empresa se dispare.
-Pero pasar las fases de la investigación es un trabajo difícil.
-Sin duda. Lleva unos diez años como poco. Pero cada paso que damos hace que la empresa gane en valor. Si una empresa que presenta un proyecto en laboratorio y tiene éxito vale, por ejemplo, dos millones de dólares, será de diez millones si llega a la fase dos, el estudio con animales. Si tiene éxito, y pasa a la fase tres, sube mucho y, si finalmente el fármaco sale al mercado, esa misma empresa puede valer medio billón [500 millones] de dólares. El problema es que durante el proceso no podemos publicar nada, porque el seguro de nuestro éxito es la patente del fármaco que obtengamos.
-¿Qué cree que encontraremos antes, la cura genética del alzhéimer o la del cáncer?
-La del cáncer, sobre todo por una razón poco médica: el cáncer se puede extraer, existe físicamente y se puede analizar, biopsiar... y las enfermedades nerviosas no. Además, solo hace dos o tres años que se ha comenzado con el screening genético que nos lleve a aproximarnos a estas enfermedades.