Los empastes en los dientes de leche, innecesarios

SOCIEDAD

Un estudio británico revela que los beneficios son muy escasos, frente a las muchas desventajas

24 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El 40% de los niños británicos de cinco años tienen alguna caries y el 10% ya han visitado al dentista para que le empastase alguna pieza antes de que la pase a recoger el ratón Pérez. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Manchester que ha llevado a cabo el profesor Martin Tickle indica que arreglar un diente picado si no hay dolor es innecesario y puede ocasionar un rechazo del niño ante el dentista que en el futuro tenga consecuencias muy negativas.

El trabajo llevado a cabo en Manchester se apoyó en la colaboración de cincuenta dentistas de la zona y concluyó además que no hay una norma general a la hora de atender las caries en los niños. Si hay dolor, está claro que la solución que se aplica es el empaste o, en menor medida, la extracción; si no hay síntomas, muchos dentistas optan por empastar igual, pero otros simplemente aplican una capa de barniz sellador que evita nuevas caries y que las anteriores se extiendan. Después, antes de los once años, la naturaleza sigue su curso y los dientes acaban bajo la almohada.

Los investigadores van a preparar en el futuro una guía para orientar a los dentistas, aunque parece que gana puntos el sellado de los dientes: solo un 6% de los padres quieren que se empasten los dientes de sus hijos si tienen una caries sin síntomas, según el propio Tickle.

Sin abrir la boca en días

La alternativa del empaste o la extracción es mucho más agresiva para un paciente de cinco años. Se puede repetir el caso de Sophie Waller, una niña de ocho años de Cornualles que desarrolló una fobia tal que se negaba a abrir la boca -ni siquiera para comer- después de que le quitasen ocho dientes a la vez en una operación con anestesia general.

Según el doctor Kamini Shah, experto en la materia, «el problema surge cuando llegan niños de tres o cuatro años y esta es su primera experiencia en el dentista y les causa dolor. En semejante escenario, uno se puede imaginar que los niños no son nada cooperadores».

Frente a tratamientos agresivos y dolorosos -como el pinchazo de una anestesia y el inquietante ruido del torno- «el camino es que te ganes la confianza de los niños y puedas trabajar en la prevención. Tú no quieres disgustar al niño y hacer que le tenga fobia a los tratamientos en el futuro».

El estudio comenzará a ponerse en práctica en el 2011 y durará unos cuatro años, llegando a toda Gran Bretaña.