Los fabricantes agradecen la medida ya que el marco es más permisivo que con los productos terapéuticos, entre los que era incluido hasta ahora.
27 abr 2011 . Actualizado a las 23:23 h.Abandonar el tabaco sin dejar de llevarse algo parecido al cigarrillo a la boca. La idea no es nueva pero nadie había llegado tan lejos en el intento como los fabricantes del denominado cigarrillo electrónico, uno de esos inventos destinados a marcar época y que ya cuenta con unas expectativas de negocio multimillonarias gracias a su excelente acogida en todo el mundo.
La gran virtud del 'e-cigarette': inhalar un producto que parece y se siente como un cigarrillo de verdad pero sin los efectos perniciosos de las más de 4.000 sustancias nocivas que contiene un simple pitillo.
En una decisión que puede influir en las medidas regulatorias de otros gobiernos, la agencia de alimentos y fármacos estadounidense (FDA) parece decidida a que estos dispositivos tengan el mismo tratamiento a efectos legales y sanitarios que el tabaco tradicional. Contra lo que pudiera parecer, el anuncio se considera una victoria para la media docena de empresas que controlan la fabricación y distribuidores de los dispositivos, porque ese marco jurídico es más permisivo que etiquetar el e-cigarette como medicamento.
El paso dado no formaba parte de la estrategia de la FDA, que siempre buscó regular el producto como un remedio más contra el hábito de fumar y de esta manera tener autoridad para exigir a los fabricantes más pruebas de que su producto es seguro. Pero al final un tribunal de apelaciones apoyó una demanda de la industria que buscaba, pese a su propaganda de ofrecer un producto saludable, escapar a la catalogación de producto terapéutico y con ello, abrir un horizonte de negocio más lucrativo.
En los anuncios publicitarios, cada vez más abundantes en televisión, se mezclan de manera perversa los supuestos beneficios de un producto que tipifican como inocuo con todo el ritual social que rodea al consumo de un cigarrillo. Usuarios y distribuidores aseveran que atienden tanto los aspectos de adicción a la nicotina como los de comportamiento social: sostener un cigarrillo, echar bocanadas y ver salir el humo.
Prohibidos en Alemania
El dispositivo en cuestión está hecho de plástico y metal que calientan una solución líquida de nicotina en un cartucho desechable, y produce el vapor que el fumador inhala. Incluso una luz pequeña colocada en la punta del dispositivo resplandece cuando se aspira, como si se tratara de un cigarrillo de verdad. Pese a las bondades descritas, la FDA ha encontrado en algunos e-cigarettes analizados sustancias carcinógenas como nitrosaminas y dietileno-glicol, anabasina y betanico-tyrina en los análisis que se han realizado.
En una publicación reciente, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica advirtió de que su utilización «no está exenta de riesgos para la salud, ya que aún no se ha demostrado su inocuidad». Por esto, los expertos han considerado necesaria la realización de ensayos clínicos para determinar su eficacia.
También recuerda que países como Australia, Canadá, Alemania y Suiza prohíben su comercialización y desde la Organización Mundial de la Salud no se permite la publicidad de este dispositivo como tratamiento antitabaco.
Otra de las mayores dudas que se presentan con respecto a estos dispositivos está relacionada con su contenido. La FDA ha encontrado que algunos de los cartuchos que se vendían como libres de nicotina contenían y emitían nicotina en diferentes concentraciones. Otros expertos apuntan a que el uso del cigarrillo electrónico perpetúa el ritual mano-boca, lo que dificultaría en realidad el abandono definitivo del consumo del tabaco.