«El 50% del éxito de los coches de fórmula 1 está relacionado con la aerodinámica», mantiene Alfio Quarteroni, quien cree que los avances que se obtienen en esta área del deporte acabarán repercutiendo en la fabricación de coches más seguros, con menor consumo, que emitan menos ruido y con diseños más atractivos. Y algo parecido podría aplicarse para los aviones.
Establecer modelos matemáticos que permitan simular, por ejemplo, el sistema cardiovascular, supone un reto intelectual, pero es necesario, además, utilizar una gran potencia de cálculo por medio de ordenadores que permitan traducir estos modelos a ecuaciones. «Para simular con precisión -cita Quarteroni- un latido del corazón necesitamos una semana en el ordenador más potente de Europa».
Otro de los modelos desarrollados por Quarteroni ha permitido el diseño de un material para bañadores que repele el agua, aunque no se ha llegado a utilizar en competición porque «dotaban de una exagerada ventaja a los nadadores». En esta línea, Carlos Vázquez, de la Universidade da Coruña, apunta que jornadas como la de ayer sirven para «mostrar el valor de la matemática aplicada, la transferencia a la industria y la resolución de problemas reales». O, lo que es lo mismo, la matemática no es solo teoría.