Sirenas en sus islas, cuevas de hasta 400 metros de profundidad... un paseo en barco por la ría revela episodios mitológicos de esta costa
06 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Navegar por la ría de Ares proporciona un punto de vista bien diferente de este municipio paradisíaco. El llano relieve del paseo marítimo se intuye sobre la gran playa urbana. En Redes son las barcas las que pasan al primer plano, dejando al fondo el amplio cuadro de casas ajenas al feísmo.
Pero al mirar la costa de Ares a la cara, frente a frente, también se recupera un mundo de leyenda que incluso ha sido estudiado por antropólogos y escritores. El epicentro mitológico de la zona son las dos islas Miranda, asociadas a una sirena. Un hidalgo la descubre, se enamoran y se casan en secreto. Con el tiempo, las escamas dan paso a dos piernas y la sirena abandona su vida junto a las Mirandas. Añade la leyenda que fruto de la unión se inauguró el linaje de los Mariño. El escritor Antonio Reigosa ofrece una variante. «Un mariñeiro casa cunha serea muda e teñen un fillo -relata-; un día, farto do seu silencio, ameaza con matar ao cativo e a serea berra e expulsa algo que lle obstruía a gorxa». Dejando atrás las Mirandas y antes de alcanzar la playa de Chanteiro, se observa la cavidad conocida como la Cova dos Mouros. Algunos vecinos aseguran haber entrado de niños «hasta 400 metros». Supuestamente el túnel desemboca en el lado norte de la pequeña península, concretamente en el lugar de Meá, muy próximo a Mugardos.
Entre Redes y Ares hay un granítico entrante en el mar. Pero solo si se otea de frente. Regresando al club náutico aresano y bordeando cerca de la costa la perspectiva, permite ver que el pequeño cabo es una isla apenas separada un metro de tierra. Se conoce como peña Mourón.
También desde el mar se entiende por qué Ares disfruta de un microclima que lo dota de tres grados más que la ciudad de A Coruña. El municipio está resguardado por dos elevados montes, el Faro y el Breamo. «Son los que nos protegen de los temporales», dicen los marineros. El viaje permite comprobar otra curiosidad aresana. Casi todas sus playas están orientadas hacia el sur.