Hasta seis proyectos de ensanche vieron la luz durante el siglo XIX. A pesar de tan intensiva planificación, su desarrollo fue escaso. El ideado por García Olloqui fue el que en 1870 logró un mayor éxito, al conseguir con el ingeniero Julio Valdés crear nueve manzanas entre una alameda situada al borde del mar, la entonces carretera de Pontevedra y la antigua muralla. Fruto de ese plan nació el único parque urbano con el que desde entonces cuenta Vigo, la Alameda. Dicho ejemplo es aprovechado por González para recalcar la escasa sensibilidad en la planificación de espacios de convivencia en favor de las infraestructuras viarias, portuarias e industriales, «alejándose de un urbanismo consciente y racional», dice.