David Vidal Tomé (Portosín, 1950) es un personaje del planeta fútbol. No pasa desapercibido allá por donde va debido a su forma directa de decir las cosas tal como las piensa, dejando la diplomacia a un lado. Tiene fama de showman, algo que ha llegado a decir que le perjudica: «Por culpa del programa El Día Después sólo me llaman para entrenar en Segunda».
Pero quienes conocen de cerca sus métodos de trabajo saben que es meticuloso al máximo y que prepara cada partido con máximo rigor. Este personaje, que será el encargado de amargarle la matinal del domingo al Celta, mantiene orgulloso su acento gallego cerrado a pesar de que vive en Cádiz desde hace más de 25 años y de que es un trotamundos de los banquillos.
Tras abandonar su carrera de futbolista (jugó en el Deportivo entre otro) comenzó su trayectoria como técnico en 1986 en el Cádiz, club en el que llevaba varios años trabajando en sus categorías inferiores y como segundo entrenador. Allí dejó huella sobre todo por su relación con el polémico Mágico González, a quien perseguía por las noches obligándole a esconderse en los lugares más insospechados. Del jugador salvadoreño llegó a decir que «técnicamente era mejor que Maradona».
Posteriormente entrenaría también en Primera al Logroñés y al Rayo Vallecano. En Segunda ha dirigido al Villarreal, Hércules, Compostela, Murcia, Las Palmas, Lleida y ahora al Elche.
Llegó al club ilicitano a mediados de la pasada temporada, con el equipo en puestos de descenso, y consiguió hacerlo subir como la espuma para acabar en la primera mitad de la tabla clasificatoria. Con su trabajo se ha ganado el respeto en el Elche, que le ha permitido colocar a su hijo, David Vidal Mateos, como preparador físico.
A cambio, ha podido meter poca mano en los fichajes y las críticas por la configuración de la plantilla han acabado con el secretario técnico. A pesar de todo, y de las siete bajas actuales, el de Portosín sigue al pie del cañón y seguro que dará guerra.