En la comarca de O Baixo Miño, con más de cinco millones de tiestos en los viveros, el empresario tomiñés Juan Carlos Pérez Vázquez patenta la «PV Lavaplant»
10 abr 2008 . Actualizado a las 13:47 h.La necesidad agudiza el ingenio. Desde tiempos remotos, el ser humano ha hecho uso de esa creatividad buscando la mejor manera de rentabilizar su trabajo con herramientas que faciliten las situaciones de la vida diaria.
Dos de los inventos más prácticos, especialmente en el apartado doméstico, fueron la lavadora y la aspiradora, que inauguraban en 1901 un siglo de revolucionarias invenciones que se convirtieron en los imprescindibles de la actividad diaria.
Por las mismas fechas, en 1903, el tudense Juan Peixoto Carrera se convertía en el precursor de la cultura del vivero en Galicia, construyendo la primera instalación en Tomiño.
Desde entonces, una veintena de empresarios han seguido su ejemplo y la comarca, con 200 hectáreas en producción, se ha convertido en un paraíso de cultivos que producen unos doce millones de euros al año. El futuro es aún más halagüeño para el sector, confirmaba ayer Juan Peixoto, que recogió el testigo de su abuelo y es uno de los más importantes viveristas de la zona.
Pero, como toda actividad en expansión, necesita de buenas dosis de innovación que permitan mantener un ritmo de trabajo que no para de incrementarse y poder competir.
Aquí es donde hacen falta esas herramientas que faciliten la labor y en la que ha irrumpido Juan Carlos Pérez Vázquez, un empresario tomiñés que, aunque no lo ha inventado, sí ha patentado un revolucionario lavamacetas, el «PV Lavaplant».
El ingenio ha sido uno de los principales focos de atención para los profesionales que el pasado fin de semana asistieron a la muestra de cultivos de O Baixo Miño. No en vano solo en los viveros de la zona hay más de cinco millones de macetas. Disponer de una máquina para lavarlas es algo así como el sueño de cualquier empresa que tenga que dedicar varios empleados e incontables horas a una engorrosa labor.
Esta necesidad fue la que motivó a Juan Carlos Pérez a aventurarse. «Era una necesidad que me habían transmitido muchas de las empresas de la zona con las que trabajo», recordaba ayer. La idea comenzó a fraguarse hace más de tres años y se plasmó en el verano del 2006 cuando, «tras muchas horas de trabajo e inversión extra y fines de semana enteros», vio la luz su primer diseño, un banco de pruebas fabricado en colaboración con dos amigos, «el americano y un delineante». De su continuo estudio y perfección salieron otros dos modelos hasta llegar al «PV Lavaplant», la marca ya patentada y que se perfila como otro de los imprescindibles, en en este caso de los viveros.
«Buscábamos un modelo de sencillo uso, mínimo mantenimiento y máxima rentabilidad», explicó su diseñador. Parece que lo han conseguido, a tenor de los pedidos, porque los diez primeros lavamacetas de la firma ya casi están adjudicados.
Los números suponen de por sí una infalible campaña publicitaria: «Lava hasta 2.000 macetas por hora». Es difícil precisar cuánto tiempo de ahorro y mano de obra alivia la máquina pero, en todo caso, parece casi inútil cuando en el propio municipio hay viveros que tienen un millón de macetas que es imprescindible limpiar antes de vender el producto a los centros de jardinería.