En 55 minutos de reloj, la decena de representantes de la candidatura viguesa intentó convencer a los jueces internacionales de que se trataba de la mejor oferta presentada
01 jun 2008 . Actualizado a las 02:00 h.La hora fijada para empezar eran las 10,30 en el anfiteatro del hotel Le Place. Hora y media antes la mayoría de los ponentes y sus asesores ya estaban en la puerta del recinto. Allí ultimaban los detalles y esperaban a los dos presidentes, la conselleira Ánxela Bugallo y el secretario de Estado Jaime Lissavezsky, a los que sus compromisos les habían impedido concentrarse en la capital belga el día anterior como había hecho el resto de la expedición.
Ambos llegaron con tiempo y el conjunto de la candidatura respiró.
Rigidez
La organización de la FISU aplica sus normas con rigidez y las tres ciudades eran conscientes de que no podían excederse del tiempo y que cualquier error podría ser fatal. Rusos, coreanos y españoles intentaban ajustar sus engranajes con la máxima precisión posible.
Parte del trabajo se había realizado el viernes, jornada en la que cada ciudad pudo realizar una prueba de su respectiva presentación. Allí Vigo comprobó que se alargaba más de una hora, por lo que fue preciso introducir ajustes. La presentación se llevó a cabo con tanta eficacia que ayer los 55 minutos fueron exactos, pero sin prisas ni carreras en la parte final.
Con traducción simultánea y medidas de seguridad estrictas para evitar que se colara alguien ajeno a la delegación que intervenía, el acto comenzó con exactitud.
Argumentos
Los diez representantes de la candidatura de Vigo se esforzaron en demostrar con datos, cartas de apoyo, cifras y vídeos que la ciudad estaba en condiciones de garantizar la celebración de la Universiada 2013 y que, por encima de todo, tenía ilusión por hacerlo.
Representantes municipales, autonómicos, estatales, empresariales, universitarios, deportivos y profesionales pusieron sobre la mesa todos los argumentos posibles para hacer que Vigo fuera la oferta que la FISU siempre deseó tener.
El ambiente en la delegación era tenso antes de conocer el veredicto. No en vano la preparación de la candidatura supuso muchas horas de trabajo y de esfuerzo, que poco a poco iban pasando factura.
Todos sabían que Kazán y Gwangju, dos ciudades de mayor tamaño y de gran pujanza económica, harían lo mismo y que contarían con la ventaja de intervenir después de Vigo. Tampoco la meteorología había jugado a favor durante la visita de los jueces de la FISU para conocer su proyecto. No obstante, la ilusión permaneció entre la representación viguesa hasta el último segundo.