Los cinco regidores que se sucedieron en el cargo desde 1951 a 1978 recibieron ayer un homenaje por su dedicación
03 ago 2008 . Actualizado a las 02:00 h.No eran todos los que estaban pero estaban todos los que fueron. Al menos, representados por sus familias.
El salón de plenos acogió ayer la sesión más emotiva y atípica del siglo, en la que el nombre de los cinco regidores que ostentaron el bastón de mando de Baiona entre 1951 y 1978 volvió a presidir las sillas de la corporación. En esta ocasión y, tras más de treinta años de haber abandonado el sillón presidencial, los veteranos alcaldes estaban convocados para recibir el homenaje plenario «por su trabajo y dedicación».
El acto, seguido por numerosos amigos y familiares, así como por miembros en activo de la corporación (entre ellos, otros dos alcaldes) cumplió con el acuerdo plenario adoptado hace dos años. Un único motivo: «Un acto de justicia y casi una obligación, recordar a quienes cedieron y sacrificaron parte de su vida privada para lograr mayores cuotas de bienestar y prosperidad para los vecinos de Baiona».
Solo uno de ellos pudo asistir personalmente al homenaje, póstumo para los dos regidores que asumieron el timón los primeros 24 años desde 1951, ya que los problemas de salud obligaron a los otros dos a delegar en sus hijos. Todos y cada uno de ellos tuvieron su momento durante la jornada ya que, antes de recibir la medalla de oro de manos del alcalde, Vázquez Almuíña, se desgranaron personalidades y hazañas de cada cual.
Haciendo Memoria
El primero, por riguroso orden cronológico, José Pereira Troncoso, quien impulsó la construcción de infraestructuras como las plazas de abasto de Sabarís o Baiona y que, antes de abandonar el cargo, hizo posible que todas las parroquias tuviesen su propio lavadero público. Su hijo Bernardo recibió «agradecido y emocionado» la distinción de su padre, ya fallecido.
«Gracias por acordarse de mi padre, que siempre que se le recuerda está un ratito del lado de los vivos», manifestó Ángeles, hija de Manuel Copena Araújo. «Nolete», también conocido como «el alcalde céltico de Baiona» fue, además del máximo goleador del equipo vigués un amante del deporte. Vocación que trasladó a su dedicación política, facilitando el acceso de los vecinos a las instalaciones deportivas y a una educación digna, con la gestión de nuevos centros educativos.
Alfonso Mandado, ex edil de la corporación, hijo y nieto de alcaldes, recibió la medalla de su progenitor, Alfonso Mandado Robles, a quien, entre otros logros, se le debe el consenso vecinal para construir la presa. Un proyecto que más tarde desbloquearía su sucesor, Celso Carneiro, quien no dudó en llevar a navegar a un ministro para conseguir su apoyo a tan noble fin.
Óscar Carreño recogió personalmente su distinción. El juez de paz de Baiona, fue el alcalde de la Transición, el que «posibilitó el cambio sin traumas ni sobresaltos para todos los baioneses».