La fina, pero no por ello menos real, línea de complicidad que han mantenido PP y BNG en la última década puede haberse quebrado en el bronco pleno de ayer. Al finalizar la sesión, los populares, en ausencia de Corina Porro, decidieron no solidarizarse con el teniente de alcalde nacionalista, Santiago Domínguez, quien sufre desde hace algún tiempo una intensa campaña de acoso. Contra lo que es habitual en estos casos, Domínguez decidió sacar a la luz la situación que padece y presentó de acuerdo con el PSOE una moción en el pleno municipal.
La oposición popular decidió entonces rechazar su tramitación por vía de urgencia y, al final, votó en contra de su contenido. En el texto se pedía «a máis enérxica repulsa da campaña de inxurias e calumnias á que está sendo sometido o tenente de alcalde nos últimos meses». En concreto, señalaba la proliferación por la ciudad de pintadas junto con la colocación de pegatinas (alusivas a cuestiones personales y en tono siempre insultante) «que responden únicamente a tratar de variar o seu coherente proceder no desempeño do seu labor».
El texto reconoce que hechos similares fueron padecidos anteriormente por outros concejales «e polo tanto non podemos permitir que persoas que so se moven polos seus propios intereses continuamente utilicen a ameaza ou a inxuria pública». Esta existencia de precedentes fue el argumento que utilizó Figueroa para descolgarse de la moción. Desde su punto de vista la propuesta de acuerdo «es contraproducente por mucho motivos y, además, cuando otros sufrimos esta situación nadie se acordó de nosotros».
A juicio del PP el acuerdo que adoptaron en solitario socialistas y nacionalistas «es un precedente grave; a partir de ahora, en todos los plenos pueden tratarse cuestiones similares». Aparentemente quejoso por el hecho de que «algunos olvidan el sufrimiento de otros», ofreció su receta para resolver situaciones de este tipo: «Dos compañeros de mi grupo sabemos de qué hablamos y lo resolvimos por nuestros propios medios».
Ruptura
La intervención de Figueroa fue seguida en completo silencio desde los bancos de la oposición, donde se encontraba el propio Santiago Domínguez. Socialistas y nacionalistas declinaron intervenir, posiblemente sorprendidos por una reacción que no esperaban y que es una buena prueba de como se resquebrajan hasta las relaciones personales en el seno de la actual corporación municipal.
La única salida que ofreció el portavoz del PP fue poner el asunto en manos de la justicia, algo que Domínguez ya ha hecho. En la moción se da cuenta de ello confiando en que el estamento judicial «terá que dilucidar a resposta legal e xudicial a estes actos, que se veñen repetindo no tempo e que tratan de amedrentar aos responsables políticos no exercicio do seu cargo».
La moción aprobada además de solidarizarse con el teniente de alcalde anticipa que se denunciarán siempre hechos similares que pudiesen afectar a cualquier concejal.