Aumentan los «hogares» a la intemperie

VIGO CIUDAD

El local de Sereos, en pleno centro, reparte desayunos y meriendas a más de medio millar de usuarios

03 dic 2008 . Actualizado a las 19:16 h.

Las bajas temperaturas de los últimos días han hecho aflorar un problema visto de soslayo: el incremento de las personas sin techo, que superan el centenar. Cada vez son más los ciudadanos que montan su hogar a la intemperie con cocina y tresillo incluidos, ante la falta de medios para pagar un alquiler.

Vivir debajo de un puente ha dejado de ser algo lejano, más propio de grandes urbes, para instalarse en pleno centro de Vigo. No solo eso, sino que casas abandonadas del ámbito rural se utilizan también como cobijo. Viaductos, vestíbulos con cajeros automáticos, soportales de comercios, parques, viviendas abandonadas, portales de casas, vehículos viejos o simplemente bancos sirven para pasar la noche, incluso a cuatro grados como ayer.

Una temperatura que no sienten los políticos a juzgar por los años que llevan prometiendo y anunciando la creación de un albergue público, sin que hasta la fecha sea realidad.

Sereos

El único consuelo para estas personas llega de la mano de un programa de salud y convivencia llamado Sereos. La iniciativa se plasma en un minúsculo local de Elduayen, en pleno centro de Vigo, que ofrece desayuno y merienda gratis de 9.30 a 11.00 y de 17.00 a 19.00 horas. El número total de usuarios es de 517, de los que 134 son nuevos en el programa de café-calor (desayuno y merienda), mientras que la media de las personas que solicitan merienda es de 162. El 89% son hombres y un 30% tienen edades entre 34 y 41 años.

Del incremento en la demanda de este servicio da fe el número de bocadillos. «Antes cogiamos unos 120 o 130 bollos y sobraban, ahora ponemos 150 o 160 y a veces no llegan; y eso que muchas personas solo toman café», explica Charo, una de las trabajadoras. Empezó por su cuenta con otra compañera y un termo repartiendo café por la zona del Náutico. Después Antón Bouzas consiguió el local y comenzaron la andadura con apenas treinta usuarios. «Antón y Mariló lucharon desde el Imán y Cedro por las personas sin techo y lo siguen haciendo», explica la mediadora, que con Elisa, la asistente social, afronta la problemática de estas personas, ayudadas por dos trabajadores más y voluntarios.