Basta una visita sosegada a la exposición Arte no Chuvi, que estos días puede contemplarse en el Hospital Xeral para comprobar que los autores de las obras derrochan inspiración a raudales. Hay de todo, pero lo que más sorprende es que hay mucho bueno.
En una cosa coinciden gran parte de los participantes en la muestra: la pintura, la escultura, el grabado, la fotografía... son sus particulares válvulas de escape de una realidad, la sanitaria, que no es precisamente de color rosa. Intentan (y consiguen en buena parte de los casos) manejar con la misma soltura pinceles, gubias, tintas o telas que bisturís, jeringuillas, gasas o camillas. Es el caso, entre otros muchos, de Antonio Díaz Pedreira, Gely Quintas o Aida Pérez Fernández.
Hace más de una década que el primero trata de compatibilizar lo mejor que puede sus dos devociones, la neumología y el grabado. Precisamente la afición por éste último le llegó tras rematar su carrera de Medicina, mientras se formaba como especialista en Bilbao. Terminó sintiéndose tan atraído por dicha disciplina que decidió tomársela más en serio. Aprendió los secretos de la técnica de la mano de Raimundo Orozco, en cuyo taller estudió siete años.
Ha realizado alguna exposición individual pero, sobre todo, ha participado en numerosas colectivas, una de las últimas en Colonia. La calidad de sus obras se ha traducido también en premios, como la medalla de grabado del Salón de Otoño de Madrid (2007) o el de la Bienal Internacional Contratalla, donde fue finalista.
El doctor Díaz Pedreira afirma que el grabado es una disciplina poco conocida, «sobre todo el clásico que es el que yo hago, que muchos confunden con la reproducción mecánica», dice. Sin embargo, añade, en los últimos años ha empezado a resurgir. Además de en el Hospital Xeral, a partir del próximo 15 de enero, su obra podrá contemplarse en la feria Puro Arte.
Lo de Gely Quintas es la escultura. Prácticamente no hay material que se le resista. Igual trabaja la piedra que el bronce, la madera o el hierro. Desde bien niña sintió el gusanillo artístico. «He pintado desde siempre», afirma. Esa querencia la llevó a estudiar diseño e incluso a plantearse alguna vez vivir del arte, «pero no es fácil». Condicionantes personales hicieron que acabara presentándose a las oposiciones para celadores, servicio en el que actualmente ejerce como encargada en el Meixoeiro.
Confiesa que a la escultura llegó por casualidad, después de que su primo José le regalara una talla de madera. Uno de sus maestros ha sido Antúnez Pousa. De hecho, siguen menudeando sus escapadas al taller del artista en Tomiño. Sus obras rezuman sentimiento. «Es que en cada una hay mucho corazón puesto», explica.
Aida Pérez es una de las veteranas del grupo. Lleva participando en el certamen 15 años, los mismos que hace que nació, apadrinado por Laxeiro. Igual que Gely, pinta desde siempre, y ha ido perfeccionando su técnica a base de asistir a clases con buenos maestros. Su temática es variada. «Pinto lo que me inspira en cada momento. Me meto literalmente en los cuadros», dice.
Aida, que trabajó durante muchos años en el departamento de administración del Xeral, desde que se jubiló dedica la mayor parte de su tiempo a la pintura. En varias estancias de dicho departamento cuelgan obras firmadas por ella, algunas donadas y otras compradas. Ahora, por fin, puede vivir por y para el arte.
Es lo que dicen los colegas que ayer se enfrentaron a veteranas glorias celestes. Seis goles (sí, seis) encajaron los Villar, Saborido... con toda la deportividad de la que fueron capaces. Y eso que contaron con la ayuda de Óscar Pereiro y Jorge Otero. Claro que enfrente tenían, entre otros, a Gudelj, Mosquera, Pepe Murcia, Pachi Villanueva, Antonio Chaves... No puede decirse que Antonio Estévez, flamante seleccionador mediático, empezara con buen pie. Otra vez será.