«Empieza el espectáculo». Así de gráfico fue el comentario de una de las personas que asistieron ayer a la apertura oficial del village, el minipoblado de carpas instalado en la Estación Marítima a propósito de la celebración del Desafío Atlántico. En realidad, los actos de la regata no suben el telón hasta hoy, pero son muchas las personas que no han querido esperar a contemplar todos los veleros en formación y, desde el pasado domingo que llegaron los primeros, acuden cada día al puerto a contemplarlos.
Representantes de todos los grupos políticos con el alcalde al frente visitaron ayer el village Alberto Durán. Abel Caballero se refirió a la cita náutica como «un símbolo que abre una gran cámara de enfoque a vigo, un espectáculo social y deportivo que nos ofrece la posibilidad de proyectarnos al exterior». Hizo hincapié en la oportunidad que significa para la ciudad un evento de estas características, que se prevé que reciba unas 200.000 visitas.
Antes de las tres de esta tarde estarán amarrados en la dársena de la Estación Marítima todos los participantes en la regata, cuya estrella será el buque escuela de la Armada rusa Kruzensthern, de más de 100 metros de eslora. A las ocho se iniciará la recepción en el hotel Pazo Los Escudos, seguida de la cena de capitanes.
Seguridad
Medio millar de efectivos, entre cuerpos de seguridad del Estado y las policías local y portuaria, garantizarán la seguridad del evento durante los cuatro días que buques y tripulaciones permanezcan en la ciudad.
Se han habilitado cinco zonas de evacuación, dos ubicadas en el propio village, que es donde se prevé el mayor movimiento de personas, y otras tres accesibles desde el mar, con puestos establecidos en la ETEA, O Berbés y Toralla. En todas ellas habrá servicios de evacuación y ambulancia. El operativo recibirá apoyo aéreo con la incorporación de dos helicópteros que vigilarán tanto los movimientos terrestres como los que se produzcan en la ría, contando con la logística y embarcaciones de la Guardia Civil del Mar.
Entre los veleros que podrán contemplarse, y también visitarse, durante los próximos días está el Saltillo, buque de época construido en 1932 por el empresario vizcaíno Pedro Galíndez, que durante casi dos décadas lo cedió para disfrute de la familia real, y hoy convertido en buque escuela de la Armada Española.