Juan Manuel López-Chaves explica en un libro el proceso de reclamación de la pieza hallada en el Areal y recuerda que seguirán solicitando su traslado a Castrelos
12 may 2009 . Actualizado a las 12:27 h.Cuando se accede al Museo do Mar, el visitante encuentra varias vitrinas con objetos tan diferentes como un sextante, fotografías, hachas neolíticas y una extraña pieza, algo rota en su parte superior, que a penas mide 15 centímetros. Es el famoso ungüentario que tantas dificultades provocó para ubicar en un titular a los periodistas de Vigo durante algunos años.
Juan Manuel López-Chaves ha publicado un libro en el que se dan respuestas a todas las incógnitas que ha suscitado el ungüentario desde que afloró casualmente en el 2002, durante las obras de construcción del túnel del Areal.
El presidente de honor de la asociación Amigos de los Pazos se ha embarcado en esta historia porque es uno de los protagonistas de las desventuras del trozo cerámico, una historia que todavía no se ha cerrado. «Nosotros seguiremos luchando para que el ungüentario sea depositado y expuesto en el Museo Municipal Quiñones de León», afirmó ayer el fundador de Amigos de los Pazos, durante la presentación del libro.
El traslado de nuestra pieza protagonista al Museo de las Peregrinaciones en el año 2003 activó las alarmas de la asociación defensora del patrimonio vigués. O mejor dicho, la indignación se instaló en Amigos de los Pazos cuando la Consellería de Cultura, que dirigía Jesús Pérez Varela, autorizó el depósito definitivo de la pieza en el mencionado museo compostelano. Al López-Chaves amante del patrimonio se le unió el López-Chaves jurista para iniciar una serie de gestiones, primero diplomáticas y después jurídicas, ante la consellería. «No fue una batalla política, como muchos quisieron calificar», afirma el abogado vigués. «Nuestras reclamaciones comenzaron cuando el PP estaba en la Xunta, y fue Corina Porro quien llevó al Tribunal Superior de Xustiza de Galicia a la consellería de su propio partido», recordó.
La llegada del bipartito a la Xunta no proporcionó alivio a la asociación viguesa. «Ánxela Bugallo ni contestó la carta que le enviamos», señala López-Chaves Meléndez. Al año siguiente llegó el primer revés con la desestimación del recurso presentado por el Concello de Vigo. El TSXG consideraba que era facultad de la Xunta fijar el museo donde se debía depositar la pieza. No se amilanaron.
Campaña popular
La asociación interpuso un incidente de nulidad por no haber sido notificados, ni emplazados al juicio, y consiguieron anular la sentencia. La pelea para conseguir el retorno del ungüentario a Vigo se había dirigido hacia la ilegalidad de la resolución que modificó el depósito de la pieza, algo que consiguieron. Al mismo tiempo, Amigos de los Pazos inició una campaña, denominada El ungüentario es de Vigo , para reclamar apoyos de los vigueses, logrando cerca de cuatro mil firmas.
Sin embargo, el retorno a Vigo no llegó a través del juzgado sino del Parlamento de Galicia, donde López-Chaves Castro logró sacar adelante una proposición no de ley con el respaldo de todos los partidos. «El asunto aún está sub iúdice a pesar de que el Concello decidió renunciar al pleito, por lo que todavía seguiremos luchando para que el ungüentario vaya a Castrelos», afirma.
Juan Manuel López-Chaves recordó que esta pieza es la única de sus características que se ha encontrado en la fachada atlántica española y que demuestra la gran importancia que tenía el puerto romano de Vigo. Y ese es el fondo de todo este asunto, y motivo del libro. Reivindicar la larga historia que tiene la ciudad y proteger su enorme y rico patrimonio.