El empresario también inventó unas minas lapa que se activaban por contacto con el buque elegido
VIGO
La boya torpedera ideada por Sanjurjo desplazaba 4,25 toneladas, tenía una eslora de 5,20 metros y una autonomía en inmersión de cinco horas. El industrial vigués, nacido en Sada, dotó a su embarcación de dos minas, de su invención, que se activaban con un percutor de contacto. Algunos expertos afirman que Sanjurjo quizá no calculó las consecuencias que podría ocasionar la explosión para su propio submarino debido a los efectos de la onda expansiva.
Las pruebas realizadas el 11 de agosto de 1898 comenzaron por la mañana. Antonio Sanjurjo Badía, acompañado por dos operarios, realizó diversas pruebas, permaneciendo sumergido por espacio de una hora y media aproximadamente. Ya por la tarde, continuó el análisis en aguas viguesas, aunque ya por espacios menores de inmersión. Fueron muchas las personas que acudieron a aquel acontecimiento, entre ellas el gobernador militar Leoncio de la Portilla y el comandante naval.
Al día siguiente, 12 de agosto, el inventor, apodado El Habilidades , continuó los ensayos, en esta ocasión en compañía de su hijo Antonio. La boya jamás fue empleada en los fines bélicos para los que había sido construida. Ese mismo 12 de agosto, España firmaba en París el armisticio con los Estados Unidos, que le hacía perder las posesiones caribeñas, Filipinas y algunas islas en el Pacífico. La guerra había terminado con un gran desastre militar, que poco después se trasladó a toda la sociedad española.
Los habitantes de Vigo todavía tendrían que vivir las peores escenas de aquel conflicto militar. El 28 de agosto llegaba a la ría el primero de los transportes militares que repatriaron a las tropas. Las escenas que dejaron los sucesivos barcos de la muerte, que entraron en Vigo, provocaron una honda conmoción en la población, que se volcó totalmente con los militares repatriados.
Siempre benéfica
La labor humanitaria realizada por la sociedad viguesa le valió un año después que el Gobierno concediera a la ciudad el título de «Siempre benéfica», que se unió al lema «Fiel, leal y valerosa» que había conquistado en 1809, tras expulsar a los franceses de sus muros.
El sumergible permaneció bien cuidado en las instalaciones de la familia Sanjurjo hasta que, recientemente, fue trasladado a una de las salas del Museo do Mar de Galicia, en Alcabre.