Asiduos del Club Gastronómico Pazo de Mendoza habían presumido en más de una ocasión de bordar determinados platos. Pedro Villamarín, alma máter del restaurante baionés, pensó que había llegado el momento de que demostraran sus habilidades con luz y taquígrafos. Puso para ello a su disposición los fogones de la casa. ?Cinco socios aceptaron el envite. «Pon día y hora», le dijeron. Y Pedro los puso: «El nueve a las diez». Así es que el pasado viernes allí se plantaron todos para enfrentarse al reto.
Del resultado de la novedosa iniciativa (en forma de cena) dieron buena cuenta más de una treintena de personas. A juzgar por cómo regresaron los platos a la cocina (alguno tan rebañado que parecía limpio), está claro que los cocinillas no iban de farol cuando presumían de sus habilidades culinarias.
Así supimos que lo de José Ramón Vives es la ensalada de frutos de mar -«por esas cosas del mercado tuve que cambiar los berros por canónigos», explicó-; lo de Manuel Martínez las algas con langostinos; lo de Emilio de la Fuente, la merluza con almejas, berberechos y espárragos trigueros; lo de José Bienvenido Diez el ternasco con patatas a lo pobre -«que se note que soy aragonés»-, y lo de Margarita de la Vega, el brownie de chocolate con helado de vainilla.
Antes de que llegara a la mesa el primer plato pidió Margarita comedimiento a los colegas comensales. Para poder al menos probar el postre. La cuadratura del círculo es que ninguno echó mano del tal comedimiento y, pese a ello, también el plato del postre quedó limpio.
De lo que sí se encargaron profesionales fue del maridaje. Alfredo Álvarez, flamante medalla de oro de sus colegas sumilleres, y Carlos Portela garantizaron acierto seguro en la elección de los vinos. Como el ribeiro Casanova, el albariño Ovo Triskel, el cabernet-merlot Enate o el oporto Kopke.
Para una servidora el Ovo fue todo un descubrimiento. El hecho de compartir mesa con el bodeguero me permitió conocer polo miudo algunas de sus señas de identidad, como su coupage de tres elaboraciones. «Hacemos el 30% en cemento, el 60% en acero y el 10% en barrica de roble francés». El nombre se debe a que el recipiente de cemento tiene forma de huevo.
«Por qué no hacemos la próxima de cocina manchega. El vino lo pongo yo que traje el coche cargado», propuso una socia recién llegada de tierras almodovarianas. Pedro Villamarín tomó nota. A ver.
En Vigo y su área de influencia hay cientos de personas que ayer manejaban la Visa Oro con alegría (sus ingresos se lo permitían) y hoy no tienen ni para comer. El pudor impide a muchas de estas familias otrora adineradas acudir a ONG o centros de beneficencia en demanda de ayuda. Lo saben bien en las Damas de la Concepción, asociación decana en la ciudad en eso de dar al que no tiene.
Lo hacen a su forma, ya que no cuentan con subvenciones institucionales de ningún tipo. «Podemos hacer lo que hacemos gracias a los sablazos que pegamos a los amigos», explica irónica y gráficamente Mercedes Suárez Llanos, la presidenta. Otra vía de ingresos son las actividades solidarias, pero hace tiempo que no organizaban una precisamente por falta de medios. Gracias al patrocinio de la Autoridad Portuaria celebrarán un concierto la próxima semana. Será el día 20 (Centro Cultural Caixanova) y los que saldrán al escenario serán un grupo de niños prodigio rusos.
El dinero que se recaude (el precio de las entradas va de los 18 a los 30 euros), se destinará a atender necesidades acuciantes de esas personas que un día lo tuvieron todo (o casi) y ahora no tienen nada.
Explica Mercedes Suárez Llanos que si algo garantizan las Damas de la Concepción es la confidencialidad. De hecho, si no reciben ayudas oficiales es, en buena medida, porque no pueden demostrar adonde van a parar los euros con nombres y apellidos. Tendrían que fiarse de su palabra. «Hoy, por ejemplo, voy a entregar una cantidad de dinero a un hombre que, después de separarse de su mujer, médico de profesión, se quedó sin trabajo», afirma.
Dicha confidencialidad se traduce en sus libros de cuentas, en los que siempre figuran nombres supuestos en el epígrafe «destinatario». Dice Mercedes que cada vez hay más abuelos en dicho epígrafe. Vivían bien con su pensión antes de tener que hacerse cargo de los nietos por problemas de los hijos con las drogas, separaciones. La vida misma.