La Panificadora y Álvarez son ejemplos del desdén con este tipo de arquitectura
01 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Patrimonio industrial es un concepto desconocido en Vigo, la ciudad más industrial de Galicia. Mientras que se protege de una forma exhaustiva el patrimonio rural vigués, con cientos de hórreos, molinos y alpendres, los vestigios materiales del increíble crecimiento económico de la ciudad se dejan a merced del tiempo, quizá confiando en que este elimine el problema silenciosamente.
El edificio industrial más antiguo que se conoce en el término municipal está enterrado, a la espera de que algún político quiera solucionar los problemas urbanísticos que ha generado su descubrimiento. No es cualquier edificio. Se trata de una factoría romana de salazón, del siglo I, situada en la calle de Marqués de Valladares, cuya producción se destinaba a la exportación. A pocos metros de allí, no hace mucho tiempo, la rehabilitación de un edificio en la Plaza de Compostela se llevó silenciosamente por delante otra factoría de salazón de época romana.
Salazón de pescado
Pero tampoco hay que irse tan lejos en el tiempo, ni tan siquiera hay que hurgar bajo tierra para encontrar ejemplos de arquitectura industrial en desuso que se deja caer sin miramientos. En la calle de Julián Estévez se encuentra una fábrica de salazón de pescado de principios del siglo XIX, es decir, del momento de los fomentadores catalanes. El edificio y su contenido está olvidado y si mañana cae ningún político lo iba a echar en falta.
Paradigma
El caso más paradigmático del abandono de la arquitectura industrial es el edificio de la Panificadora. Durante años, esta fábrica estuvo condenada a muerte. Ahora, no se sabe muy bien cómo, hay una tenue esperanza, aunque nadie dice con qué dinero se va a pagar el cambio de ámbito que se quiere introducir en el Plan Xeral.
Peor pinta tiene el aspecto de la fábrica que en otro tiempo perteneció a Álvarez, un ejemplo de arquitectura racionalista sometido a un ralentizado proceso de demolición.
Y es precisamente el estilo racionalista el que más ha sufrido en Vigo en los últimos años. Hace tan solo cinco años, se demolía el edificio de Oficinas Alonso, de Jenaro de la Fuente Álvarez. Entonces, los expertos vigueses denunciaban entonces que un cincuenta por ciento de este estilo arquitectónico había sido eliminado en la ciudad.