Un vecino de A Guarda en silla de ruedas no puede salir de su calle
05 abr 2011 . Actualizado a las 11:43 h.Prisionero en su calle. Así se encuentra Valentín González González desde que hace 16 meses una trombosis cerebral le dejó inválido. Este hombre de 59 años de edad no puede ir a ninguna parte porque se lo impiden las escaleras que conectan su calle con el resto del entramado urbano del casco viejo de A Guarda.
Reside en el número 14 de la avenida Baixo Muro, que desemboca en la empinada avenida de Colón, con unas largas escaleras hacia abajo en dirección al puerto pesquero y otras más cortas hacia arriba donde se encuentra el entorno de la Casa Consistorial. «Vivo junto al muro de Berlín, una frontera infranqueable», se lamenta refiriéndose a los restos de la antigua fortaleza de A Guarda que bordean su calle, su único mundo desde el 26 de diciembre del año 2009.
Hace falta mucha fuerza para levantarlo en la silla de ruedas y sacarlo de su calle cuando es necesario. Y en la actualidad debe de abandonar el domicilio con frecuencia para someterse a las revisiones médicas que le han sido prescritas después del accidente cerebral,
Su hijo José Florencio cuenta que una vez que lo estaban portando los operarios de la ambulancia se cayó y acabó en el suelo «y casi se rompe la cabeza». El miércoles de la semana que viene tiene cita con el oculista y otra vez se las tendrá que ver y desear para presentarse ante este especialista.
Una rampa
Los familiares afirman que llevan un año reclamando al Ayuntamiento una rampa para poder salvar las escaleras que suben a la zona del Consistorio Al menos así sus familiares lo tendrían más fácil para moverlo. No es lo mismo empujarlo hacia arribada con la silla de ruedas que tener que portarlo a hombros. Afirman que es menos trabajoso y, sobre todo, más seguro. No quieren que se vuelva a caer.
Un tramo de 30 metros de longitud, que es lo que mide su avenida, es todo lo que su mujer, María del Carmen Lomba, lo puede pasear para que no esté todo el tiempo metido entre las cuatro paredes de la planta baja de su casa.
La calle termina en un muro de ladrillo que un particular levantó hace años para separar su propiedad de la parte pública y que también creen que el Ayuntamiento podría tirarlo y expropiar la finca anexa para dar continuidad al callejón y hacerlo desembocar en el entorno del puerto sin necesidad de escaleras. José Florencio afirma que no solo lo reclaman para ellos. Cualquier otro vecino de la avenida Baixo Muros podría verse en la misma situación. Valentín jamás pensó que podría pasarle a él. Subía y bajaba las escaleras sin preocupación, hasta que al final su calle se ha convertido en una cárcel. La avenida en la que vive Valentín da a la parte trasera del edificio de la Cofradía y «ahí llega mucha gente mayor con el bastón en la mano», afirma. Otro problema de la avenida es el verdín que se crea por el exceso de humedad y que convierten la calle en una pista de patinaje y ya se han producido muchas caídas. La última, la de su propia nieta de cinco años.
«Tengo la opinión de que el alcalde no quiere poner una solución, y yo me pregunto quién es el responsable de resolver esta injusticia que se está haciendo conmigo», afirma Valentín.
Por su parte, el alcalde, José Manuel Domínguez Freitas, afirma que desde el Ayuntamiento se está estudiando este caso para ofrecer una solución con urgencia. Los técnicos municipales barajan la posibilidad de crear una rampa de madera que parta desde un lateral de las escaleras. Pero se encuentran con la dificultad de que el área donde quieren intervenir no cuenta con unas medidas y la pendiente ajustadas para crear un acceso que cumpla con la normativa.
Por otra parte, al estar junto a parte de la antigua muralla de A Guarda será necesaria la autorización de Patrimonio. «Esperemos que una vez hecha nadie denuncia el incumplimiento», afirma el regidor guardés.
Mientras tanto, Valentín continúa atrapado en su calle.