Las otras ruinas de la ciudad

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

El antiguo asilo de Pi y Margall no es el único edificio abandonado

15 jul 2011 . Actualizado a las 15:22 h.

En ciudades como Barcelona, las antiguas fábricas e instalaciones industriales han servido para reutilizar como equipamientos sociales y culturales y constituyen un auténtico museo, testimonio de su historia.

En Vigo, con un patrimonio industrial de los más ricos de España, la política practicada con estos edificios ha sido la de mirar para otro lado y permitir su ruina. Es el camino seguido no solo por el asilo de Pi y Margall, sino también por la antigua fábrica de Álvarez en Cabral, todo un símbolo de una época de Vigo y en la que a principios de los años sesenta llegaron a trabajar cinco mil personas y a facturar cinco mil millones de pesetas. En la actualidad la construcción se pudre sin que nadie le haga caso.

Otro de los ejemplos de arquitectura industrial es la Panificadora. Lo último que se ha dicho de ella es que acogería la biblioteca estatal. Sin embargo, el inmueble todavía no es del Concello por falta de acuerdo con los propietarios sobre la cantidad a pagar. Tanto este como el resto de los edificios abandonados han seguido el mismo proceso: una vez condenados al ostracismo, se convierten en hogar de okupas, registran varios incendios y se acaban consumiendo o haciendo de vertedero, como el asilo.

Las antiguas Cordelerías Mar, frente a la fachada posterior del nuevo auditorio Mar de Vigo, es uno de los pocos recuerdos que quedan de la tradición marinera.

Si por algo se caracterizan los políticos vigueses es por derribar cualquier piedra que huela a historia para, a cambio, dejar su impronta. Así, se pasan los mandatos destruyendo y construyendo, deshumanizando (parque de O Castro) y humanizando (calles). En una supuesta gira turística por la arquitectura industrial de la ciudad no podrían faltar las bodegas Bandeira, en O Calvario. En su lugar quedan cuatro muros atrapados por matorrales.

Las fábricas de conservas merecerían un capítulo aparte. La calle Julián Estévez ofrece una buena muestra de lo que fueron en su día. Pero, tal vez una de las más atractivas sea la de Alfageme, en Bouzas, que en la actualidad permanece cerrada. Su conservación sería un acto, cuando menos simbólico, de una actividad y de una clase social representativa de Vigo.