Rozalén: «Amo Galicia. Es una de las tierras que más me sanan»
Al Sol
La cantautora de Albacete tocará hoy en la Plaza de Armas de Ferrol como parte de la gira de su álbum «El árbol y el bosque»
26 Aug 2022. Actualizado a las 20:54 h.
Rozalén ama lo gallego, lo admite en seguida. Para ella, esta tierra es curativa y cálida. Se siente como una más. El viernes vuelve a estos parajes que, al parecer, tanto le gustan. Toca en Ferrol, en la Plaza de Armas, como parte de la gira de su álbum El Árbol y el bosque. Para ella, la música es una cosa que sirve para acariciar las almas. Su vida como artista es la de una que busca perpetuamente lo bonito, lo profundo y lo interesante. Pero tiene tiempo para todo, y también sabe disfrutar de los temazos de moda cuando la misión inmediata es bailar despreocupadamente a las seis de la mañana. Busca lo mejor de ambos mundos. Y lo que es más, sabe encontrarlo. Así es la vida de las mentes abiertas.
—¿Se siente cómoda cuando viene a Galicia a tocar?
—Lo que me da pena es que estéis tan lejos (se ríe). No, estáis justo donde tenéis que estar. Siempre he comentado abiertamente mi amor por Galicia. Es de las tierras que más me sanan. Por todo. Me sienta bien el ambiente, me sentáis bien vosotros , el pan gallego, el caldo... ¡todo, todo! Allí me siento muy bien.
—¿Cuál es el secreto para hacerse con el público?
—Creo que lo más importante en todo, tanto en la música como en la vida, es ser honesto con uno mismo. Yo nunca pensé que me fuera a dedicar a la música. Sabía que me encantaba cantar, es algo que me sienta bien. Pero yo pensaba que iba a ser psicóloga. Pero al final lo que he hecho ha sido lo que me ha salido del corazón y lo que creía que tenía que hacer. Para sanarme, para divertirme. Mi banda es mi banda de toda la vida. Tengo a mi intérprete de lengua de signos, que parece que fuimos hermanas en otra vida. Todo es natural y orgánico, y eso me da mucho en el escenario.
—¿Cree que es importante que los artistas se impliquen en causas sociales?
—Los artistas que a mí me han gustado mucho, mis referentes, son aquellos que transmitían mensajes con sus canciones. Los que se implicaban. Porque antes que artistas somos ciudadanos. Yo respeto lo que hace todo el mundo, pero a mí me encanta la poesía, que me hagan pensar. Tiene que ver con la educación que recibí en mi casa. Soy hija de un sacerdote de pueblo que me hablaba de la teología de la liberación y de lo importante que es intentar hacer feliz a quien tienes cerca.
—Está rompiendo tabúes hablando abiertamente de cosas como el suicidio...
—Una trabajadora del número de la esperanza me dijo una frase que resume este tema perfectamente, «no se puede prevenir de lo que no se puede hablar». Por eso es tan importante hablar las cosas. Parece que si no verbalizas los problemas no existen. Además, ahora con la pandemia todo se ha descontrolado porque lo que ya estaba regular ha acabado explotando. Tenemos que ver qué es lo que estamos haciendo mal como sociedad para que tanta gente joven no encuentre su lugar y se quite la vida. Es muy importante que hablemos de esto. Tenemos que reeducarnos todos para aprender a estar cerca de personas que quizás tienen la tristeza más presente. El postureo, las redes sociales, la carrera de los likes, los filtros, la precariedad... son muchas las cosas que contribuyen a esta situación, no solo la salud mental. Hay que poder hablar de lo que se quiere prevenir.
—¿Una canción suya por la que tenga especial cariño?
—Uff... ¡muchas! Ayer mismo subí a redes la de Berlín, que es la primera canción que hice para cine, para «Perdiendo el norte» (2015). Siempre me da mucho cariño cantarla. También la de 80 veces, una de las primeras canciones que sacamos y con la que empezó a explotar todo. Pero le tengo cariño a todo lo que hago, porque tiene su vida propia.
—¿Y un momento de su carrera?
—Pues ahora acabamos de cumplir el décimo aniversario del primer disco, que lo grabé de forma independiente. Recuerdo cuando lo presenté en la Galileo en 2012. Se llenó. Yo no me lo podía creer. Vino hasta un autobús de Albacete. Las primeras veces siempre son muy especiales. Mi primer concierto en el Libertad 8, haber cantado con Serrat o con Víctor Manuel. Todo está lleno de primeras veces. Encima, cada concierto es único e irrepetible, porque las personas lo hacen diferente.
—¿Cuáles son las cosas que no le interesan?
—Lo que tiene que ver con lo superficial. El odio, el destruir por destruir. No le dedico tiempo a esas cosas. El criticar sin entender o sin saber. A veces es horrible. No entiendes por qué algo que no es cierto la gente no para de repetirlo. Ante eso es muy difícil luchar, y me pone un poco nerviosa. Por estar expuesta siempre dicen cosas de ti que no son ciertas.
—¿Qué opinión tiene de la industria musical actual? ¿Se hace música demasiado superficial?
—Es verdad que cada vez se busca más lo ligero y lo superficial. Aunque sigue habiendo gente que hace cosas muy profundas. Pero si es para estar a las seis de la mañana bailando tampoco busco esas cosas profundas. Solo hay que saber buscas y combinar bien ambas cosas. De lo que ofrecen todos los artistas intento quedarme con lo bueno que me ofrecen. Y si alguien me ofrece algo que no me interesa pues no lo escucho y ya está. Pero siempre hay algo que te puede mover.
—¿Qué es lo que más le gusta de la música y de ser cantante?
—Lo que siento cuando canto. Es una pasada. No lo puedo ni explicar. Cuando canto me siento más yo que nunca. Siento que me crecen alas y que se va todo lo malo. Lloro y río cuando canto. Es muy terapéutico. Me gusta mucho cantar con amigos, componer... me encanta lo que pasa en el escenario. Y encima puedo compartirlo todo con mi equipo. Afortunada que soy.
—¿Y no da un poco de vértigo abrirse íntimamente delante de tantísima gente?
—Parece que ya me estoy acostumbrando. Eso, y que muchas veces, aunque tengas a miles de personas delante, el foco es tan potente que ni los ves (se ríe). Pero vamos, es que a veces cierras los ojos y solo estás tú.