Atienza II, jugador del Viveiro y campeón de Europa cuatro veces con el Real Madrid
A Mariña
Dejó a Di Stéfano por triunfar en el mundo del arte
29 May 2016. Actualizado a las 05:00 h.
A Angel Atienza Landeta, Atienza II, (Madrid 1931-Madrid 2015), Santiago Bernabeu le dio a escoger en 1960: . Entonces recordó que el mejor destino es aquel al que el corazón te lleva, dejó el fútbol profesional y lo tuvo claro: quería ser artista, pintor, escultor, muralista. A sus 29 años, cinco temporadas y cien partidos en el Real Madrid, tenía un palmarés envidiable: 4 Copas de Europa, 3 Ligas, 2 Copas Latinas y 1 Copa del Mundo. Y con Di Stéfano, Rial, Gento, Alonso, Marquitos y otros inició la leyenda del club. Su historia, que hoy pocos recuerdan, había comenzado años antes en el Viveiro C.F., club en el que se inició y jugó durante la temporada 48-49.
Nadie es de donde nace a la vida, sino de donde nace al destino. Y el de Atienza II estaba en A Mariña. El azar lo echó al mundo en Madrid en los convulsos años treinta. Pero, al terminar la Guerra Civil, su familia se trasladó a Galicia huyendo del horror, el miedo, el hambre y la represión, y se instaló en Santiago de Compostela. Angel estudió en la Escuela de Artes y Oficios y comenzó a jugar en la temporada 47-48 en el entonces llamado Santiago C.F.
Pepe Páramo
Al año siguiente, concluidos sus estudios, fue contratado por una constructora de ámbito nacional para trabajar en Viveiro. Compaginó trabajo y deporte y en la temporada 48-49 militó en el Viveiro C.F., en Regional. Jugaba de lateral o centrocampista y destacaba mucho. Era ágil, técnico, muy rápido, de pierna fuerte, dificil de superar. Y tuvo la fortuna de que José Páramo Fernández se cruzó en su camino.
Pepe Páramo era entonces uno de los grandes empresarios de Lugo y Galicia. Tenía vínculos e intereses agropecuarios en Ourol, Viveiro y Bergantiños. Era consejero-director de Frigsa, propietario de Transportes Finisterre y socio, con Barrié de la Maza, de la empresa Trolebuses Coruña-Carballo que, al final, adquiriría.
Era también presidente de la Gimnástica Lucense, equipo que militó en 2ª División las temporadas 1949-1952 y que tenía en su directiva a personalidades tan destacadas como Angel Carro, los médicos García Portela o Pardo Ouro, el periodista Rivera Manso, el farmacéutico Ramiro Rueda _inventor del primer yogurt de venta masiva en Lugo, el Yogur Rueda_, el empresario Luis Díaz-Pallín y el funcionario López Rábade que aún vive.
Páramo sabía de las condiciones del joven Atienza, al que venía siguiendo en el Viveiro. Y al ascender la Gimnástica, lo fichó.
1954, el gran año
El joven Angel dejó el Viveiro con 18 años y se enroló en el equipo lucense de 1949 a 1951, año en el que fue traspasado al Zaragoza de 1ª División. Allí coincidió, de 1951 a 1954, con jugadores como Yarza, Belló o Rosendo Hernández y con Domingo Balmanya de entrenador.
En 1954 fichó por el Real Madrid, club en el que escribiría su leyenda hasta 1960.
Dejó a Di Stéfano por triunfar en el mundo del arte
Su fichaje por el Real Madrid no fue fácil. Pero, de nuevo, el azar y A Mariña se cruzaron en su camino. Luis de Carlos _siempre embajador de Viveiro_ era directivo del club y Adolfo Atienza I _su hermano, que jugara en el Santiago y en el Celta_ era titular en el Madrid y comía, una vez por semana, en su casa. No paraba de alabar a Angel y tanto insistió que De Carlos medió y el Madrid acabó por contratarlo.
La tarde del 13 de junio de 1956, Atienza II fue uno de los que inició la leyenda del Real Madrid. Los niños recitaban como una letanía aquel equipo que ganó al Stade Reims, en París, la 1ª Copa de Europa: Alonso; Atienza II, Marquitos, Lesmes; Muñoz, Zárraga; Joseíto, Marsal, Di Stéfano, Rial y Gento. Despues vinieron cinco más, ganadas al Fiorentina, al Milán, de nuevo al Stade Reims y al Eintranch de Francfort. En cuatro de ellas participó Atienza II.
Estuvo en el Real Madrid hasta 1960. Bernabeu sólo quería profesionales y dedicación plena. Y él dejó el fútbol y abrió un taller en Boadilla del Monte, pionero en aplicar el arte a la arquitectura en obras de grandes dimensiones. Gozó de gran prestigio e hizo murales, esculturas y cerámicas para el Metro de Madrid, el Aeropuerto de Barajas y la Basílica de María Auxiliadora.
En 1976 marchó a Venezuela para realizar las vidrieras del Aeropuerto de Maiquetía y se quedó allí 25 años. Fue su etapa más exitosa, con más de 80 obras en Maracaibo, Puerto La Cruz, Caraballeda o el Santuario de Nuestra Señora de Coromoto. En 2001, su casa fue asaltada y una bala le destrozó el fémur. Y decidió regresar.
Enfermó de Alzheimer pero aún restauró las vidrieras del Círculo de Bellas Artes de Madrid. El 22 de agosto de 2015 falleció. La suya es la historia de un futbolista de leyenda, un artista vocacional y un hombre que siguió los dictados de su corazón. Y que salió del Viveiro Club de Fútbol. El Bernabeu guardó un minuto de silencio y los jugadores portaron brazaletes negros en su memoria.
Volvió a Cantarrana en 1963 para jugar un amistoso en el que también participó su hermano Atienza I
No fueron frecuentes, aunque sí sonados, los casos de futbolistas que, como Atienza II, dejaron el fútbol para dedicarse al arte. Entre otros, destacan el escultor Chillida y el director de cine, Elías Querejeta, portero y extremo de la Real Sociedad; los cantantes Julio Iglesias, portero, y Alvaro Benito, extremo y líder de Pignoise, del Madrid; y hasta Albert Camus, padre del existencialismo, que decía debérselo todo a su pasado como portero de fútbol.
Angel Atienza se dedicó por completo al arte tras abandonar el fútbol. Pero siguió practicándolo en partidos amistosos y de veteranos. En 1963, al poco de dejar el Madrid, jugó un amistoso en las filas del Viveiro C.F. en el viejo Cantarrana. Junto a él _segundo por la derecha, de pie, en la foto adjunta_ se alinearon su hermano Adolfo _en el centro, abajo, en cuclillas_ y jugadores viveirenses como Solla o Gueimunde. Pero su experiencia más insólita tuvo lugar en 1970. Junto a jugadores retirados del Real Madrid _Marquitos, Pachín, Pantaleón, Gento II y Mateos_ se enroló en una aventura romántica. El Toluca C.F., de Santander, no había conseguido ningún punto en la 12ª jornada del campeonato de 3ª División y todos ellos ficharon gratis por el club en un intento de salvarlo que, al final, resultó fallido. Los hermanos Atienza mantuvieron siempre una especial relación con la familia De Carlos y con Juanito Alonso, el mítico portero del Real Madrid que poseía las cafeterías Albany, en las calles Narváez y General Pardiñas, en las que los hermanos mantenían una habitual tertulia con gentes de la cultura, del arte y del espectáculo.