La Voz de Galicia

El próximo futuro de Illa Pancha

Ribadeo

Covadonga Suárez (A.V.V. Por Nuestro Faro)

22 Aug 2024. Actualizado a las 11:16 h.

En este mes de agosto todo el mundo habla de masificación : es un hecho que si no se adoptan las medidas pertinentes para gestionar la riada de visitantes, Ribadeo corre el riesgo de morirse de éxito como tantos otros lugares de la costa mediterránea, idílicos hace décadas, hoy arrasados por un turismo que es recibido sin un control específico.

En el marco de esta evolución un tanto desatada de nuestra comarca, conviene recordar que en el tema de la isla Pancha ya hemos entrado en el último año de la concesión firmada el 30 de junio de 2015 que autorizó su explotación privada para montar dos apartamentos turísticos en el antiguo faro por un período de 10 años, prorrogable otros cinco, y que este puede ser un punto de inflexión clave para preservar nuestra costa y nuestro patrimonio natural y cultural.

La asociación «Por Nuestro Faro» nació con la vocación de defender lo que era un símbolo de Ribadeo en la conciencia popular, y un enclave único, avalado concretamente por la Red Natura 2000, declarado zona LIC (Lugar de importancia comunitaria) y ZEPA (zona de especial protección para las aves), sin olvidar que su marco preservado y salvaje ha hecho que su estampa haya sido siempre reproducida en infinidad de ocasiones por fotógrafos, pintores, y artistas de todo tipo. La defensa que desarrolló «Por Nuestro Faro» arrancó con motivo de la decisión arbitraria de poner una isla cerrada y preservada a disposición de un particular para explotarla : una nueva mentalidad mercantilista banalizaba sin complejos el respeto y la protección del patrimonio al desacralizar un lugar «intocable» hasta entonces.

Pero al margen del mito que cada cual vea en ese lugar, la realidad concreta es que aquel espacio público, y que permanecía cerrado, decían, por motivos de seguridad, ni siquiera fue vendido al mejor postor, puesto que no hubo concurso público. Y el pueblo de Ribadeo se enteró de la noticia por los periódicos : el gobierno español del PP había dado la vuelta a la ley que prohibía explotar los faros, un mes después Puertos de Ferrol-San Cibrao presentaba la concesión firmada, y el entonces alcalde de Ribadeo por el BNG, Fernando Suárez, se felicitaba por el «premio» (sic). Las palmadas mutuas de las instituciones propiciaron que lo impensable se convirtiese en banal y que «Por Nuestro Faro» se pusiera a buscar el porqué de aquel volantazo en la manera de entender y gestionar la isla Pancha.

Los que hayan seguido el tema recordarán todos los esfuerzos de este colectivo para que la poca información que se nos daba (y con cuentagotas) saliera a la luz. El Defensor del Pueblo en sus 8 comunicados dio la razón a la asociación, ante el oscurantismo y las irregularidades del proceso, recomendando detener las obras y cerrar el negocio mientras no se presentase al menos el preceptivo informe medioambiental. Sin embargo, nada en todos estos años ha podido con la resistencia férrea de las instituciones, quienes han permitido que obras y local siguieran adelante, y que en las mismas condiciones, autorizaran la entrada de palas excavadoras para la instalación de una cafetería con su terraza exterior entarimada con barandillas y protecciones sobre varios niveles. A día de hoy ni siquiera se sabe si existe un informe de viabilidad económica o si generan algún beneficio esas dos suites que se publicitaron como el negocio del siglo, con la panacea de los puestos de trabajo que generaría y que finalmente se redujo a uno.

La asociación «Por Nuestro Faro» denunció en múltiples ocasiones todos los puntos oscuros del proyecto, incluyendo la situación precaria de la fosa séptica que permaneció sin legalizar durante 9 años, finalmente legalizada basándose en documentos obsoletos. Pero nuestras alegaciones no fueron tenidas en cuenta porque nada, repetimos, nada, ha podido impedir que el proyecto atado y bien atado por varias manos se desviase ni un ápice de la trayectoria planificada. Al contrario, sirvió para que varios miembros del colectivo y sus familias fueran amenazados e intimidados en plena calle solo por el hecho de denunciarlo, incluso la empresa promotora llevó a juicio a un miembro de la asociación por haber mencionado la posibilidad de que existiese prevaricación, juicio que la empresa perdió.

El período de concesión de 10 años de la isla Pancha llega a su fin dentro de unos meses sin que el nuevo alcalde de Ribadeo, Daniel Vega, se haya manifestado al respecto desde su toma de posesión hace un año. Y la posibilidad de prorrogarlo por cinco años existe. Por ello hemos enviado recientemente un correo a la Xunta de Galicia, cuya Consellería de Medio Ambiente, en respuesta al Defensor del Pueblo, se ha comprometido a estudiar los efectos de todo proyecto futuro sobre los espacios de la Red Natura 2000. También hemos escrito al Concello de Ribadeo, y esta semana haremos lo propio con Puertos de Ferrol-San Cibrao.

Desde «Por Nuestro Faro» denunciamos la normalización de la explotación privada de un bien público, y el adoctrinamiento indirecto de nuestros jóvenes en la idea de que todo puede comprarse y venderse. Exigimos el cumplimiento de la ley, y el respeto de las figuras de protección que deberían preservar la isla Pancha, concretamente que se reclame el estudio de impacto medioambiental, y que se estudie el expediente que permite que, a pesar de todas las irregularidades constatadas y las resoluciones del Defensor del Pueblo, la explotación de ese espacio siga desarrollándose imperturbable a día de hoy.

Pedimos que, en caso de que se solicite una prolongación de la concesión actualmente en vigor, se garantice el cumplimiento de los puntos anteriormente citados, y se mantenga informado al pueblo de Ribadeo de todo trámite, solicitud o autorización que tenga que ver con este lugar emblemático, patrimonio natural y cultural de todos los ribadenses.

Como asociación y como ribadenses, queremos desear para nuestra isla Pancha un uso público que proteja su identidad, su esencia y su entorno, y un futuro en cuya construcción participemos todos.


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