La Voz de Galicia

Los descartes, Vázquez y Víctor Bravo, jugarán la fase de ascenso junto a Iván Malón

Arousa

11 May 2011. Actualizado a las 06:00 h.

El descenso del Pontevedra se consumó el domingo, pero empezó a fraguarse al final de la pasada temporada con una serie de decisiones deportivas que nadie entendió. El descarte de Alejandro Vázquez fue un grave error porque era una institución en el vestuario, sabía templar los ánimos de sus compañeros cuando las cosas se torcían y se echaba el equipo a sus espalda para levantar el vuelo.

Su calidad le llevó al Badalona, segundo clasificado del Grupo III, con el que disputará en breve la fase de ascenso a Segunda. Pero ese no fue el único error. Víctor Bravo, otro de los hombres clave del año pasado, tenía intención de quedarse, pero Sergio Martín le comunicó que no había dinero para pagar su caché. «No lo entiendo. Ni siquiera me hizo una oferta», comentó el maño en aquella ocasión. Este también estará en la promoción de la mano del modesto Melilla.

El tercer caso es el de Iván Malón, que acabó en el Alavés porque no encontró acomodo en Segunda, y era muy caro. Luchará igualmente por el ascenso. Lo curioso es que, pese a no haber liquidez para renovaciones, se confeccionó una plantilla más cara con medianías que llevaron a la entidad al limbo.

Hay que recordar que el Pontevedra vivió al menos dos situaciones similares y siempre salió del atolladero. El problema es que en esta ocasión faltaba un líder carismático como Vázquez para ejercer de psicólogo.

En la temporada 2008-2009, Rafa Sáez experimentó en sus carnes, desde la pretemporada, la primera gran plaga de lesiones del club, con la dificultad añadida de que afectó siempre a la zona de creación y finalización del equipo. Y pese a ello, en la ciudad nadie temió por el descenso. El capitán estaba ahí.

El técnico pontevedrés no pudo llevar a buen puerto su proyecto porque todo lo que encontró en la entidad fueron piedras en el camino, y acabó destituido. Esos inconvenientes se convirtieron en facilidades para José Aurelio Gay, quien fue incapaz de mejorar sus números.

Pero el ejemplo más próximo es el del año pasado. Aguirre fue despedido en el primer tercio del campeonato. Pablo Alfaro llegó para arreglar el desaguisado, pero no lo consiguió hasta la última jornada. Vázquez fue uno de sus grandes apoyos.


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