Ravella se deshace de documentos en simples contenedores de basura
Arousa
Cultura tira facturas en dos depósitos situados en el interior del auditorio
20 Dec 2013. Actualizado a las 16:10 h.
No es una práctica que denote un excesivo cuidado por los protocolos que exige la Ley de Protección de Datos, pero igualmente se ha puesto en marcha en el auditorio de Vilagarcía. Operarios municipales se encargan desde hace días de vaciar algunas de las saturadas dependencias del edificio en el que la concejalía de Cultura tiene su sede. Entre el material que el departamento se dispone a eliminar se encuentra diversa documentación que su funcionamiento ha ido generando en los últimos años. No faltan, entre los papeles próximos a la desaparición, facturas de empresas y particulares por suministros y servicios prestados a la institucion vilagarciana. Como tampoco justificaciones económicas de subvenciones recibidas desde los tiempos en los que el socialista Roberto Araújo era el titular de esta área de gobierno. El problema es que todo ello está siendo arrojado a dos simples contenedores de basura, ubicados junto a la sala de conferencias.
Pese a ser consultado al respecto, el actual responsable de Cultura, el popular Francisco González, no pudo explicar ayer en qué consiste exactamente el proceso de eliminación de documentos, ni cuál será el destino de tanto material, por encontrarse en Santiago.
De momento, quien se deje caer estos días por el auditorio puede conocer perfectamente cuánto costó un concierto navideño celebrado hace 11 años, el caché de un grupo de teatro de Barcelona que visitó Vilagarcía antes de las elecciones del 2007 o los gastos detallados con los que la asociación Cidadanía pola Paz solicitó la ayuda del Concello para la impartición de varias de sus conferencias. Las anotaciones sobre paquetes de folios, carpetas, bolígrafos y fotocopias se reúnen en expedientes aprobados y dispuestos para «archivar en la carpeta de subvenciones», según figura en el margen de alguno de los documentos. Para comprobarlo, basta con levantar la tapa de uno de los contenedores y echar un ojo. Por algo la zona en la que se encuentran es de libre acceso.