Se non é vero, é ben trovato
Arousa
08 Jun 2014. Actualizado a las 06:54 h.
Hace no mucho, Turespaña presentó un monumental estudio sobre la situación del turismo en el país. Eran centenares de páginas y miles de datos estadísticos que se resumían así: lo que vende es la diferencia.
La diferencia es lo que hace a uno único y eso tiene mucho que ver con el patrimonio, que puede ser material o inmaterial. Por ejemplo, playas en España hay casi 3.200, pero solo catorce parques nacionales; edificios, un porrón, pero pocas joyas como san Martín de Sobrán o las ruinas de santa Mariña; jardines, también unos cuantos, pero escasos con el grado de excelencia internacional; y rutas, no te quiero contar, pero en ninguna, salvo una, puedes andar sobre las aguas entre un río y una ría, entre una provincia y otra. La diferencia, y lo que hay que vender, parece claro.
Pero también el patrimonio inmaterial vende y merece ser vendido. Que entre Lobeira y Vistalegre hubo un túnel donde doña Urraca escondió su tesoro no se lo cree ni Iker Jiménez, y mira que ya es decir; que quien se frote con las aguas del Umia en Pontearnelas puede quedarse embarazada y que, encima, el primero que pase por el puente se convertirá en padrino de la criatura, ¡y a cómo están las roscas!, es tan probable como que el abad Ero de Armenteira estuvo trescientos años durmiendo tras oír el trinar de un pájaro, deleitándose con la visión del Paraíso; que debajo de la Pedra do Encanto hay otro tesoro, ocultado esta vez por los mouros, es tan posible como que una higuera de O Grove sigue dando frutos rojos en recuerdo de la sangre del Meco ajusticiado; y, la verdad, no veo yo a Jesucristo, en pleno desierto (otra cosa sería en la terraza de Martín Códax), siendo tentado por el Diablo: «Si postrado me adorares, todo esto te daré, salvo Cambados, Fefiñáns y santo Tomé». Qué pillín.
«Se non é vero, é ben trovato», dicen en Italia. Pregúntenle, sino, a los centenares de personas que cada día pagan en Verona por subirse al balcón donde Julieta nunca recibió las llamadas de su amado Romeo. Son, allá como aquí, historias inverosímiles, sí, pero que explican mucho de lo que somos y de lo que fuimos, expresado hoy en toponimia (Fonte da Coca, Finca do Ouro) y hasta en formas de ser (eu crer non creo, pero habelas, hainas). Eso es lo que nos hace diferentes. Conozcamos ese patrimonio. Disfrutémoslo. Vendámoslo.