Así conquista España el vino Albariño
Arousa
En el territorio Rías Baixas los mariscadores cambian el mar por la vendimia
15 Sep 2024. Actualizado a las 05:00 h.
El 27 de octubre de 2021, un rumano y una mexicana robaron de la bodega de Atrio (40.000 botellas), un restaurante de Cáceres con tres estrellas Michelin, 44 botellas de vino valoradas en cerca de dos millones de euros. Entre ellas, la joya de la corona de Atrio: una botella Château d'Yquem de 1806 recorchada en 2001 y cuyo precio en carta era de 350.000 euros.
La carta de vinos de Atrio es considerada la mejor de España, se puede comprar por 88 euros, pesa dos kilos, tiene 400 páginas y recoge 4.500 referencias de 21 países. Entre ellas, medio centenar de vinos blancos gallegos, destacando los Rías Baixas y certificando así las palabras de Álvaro Cunqueiro cuando calificaba el Albariño como el primer blanco de España y uno de los mejores de Occidente.
Esta opinión de Cunqueiro se quedaba en Galicia porque cuando el escritor bebía botellas de Albariño en el balneario de Caldas y asistía a la fiesta de su vino favorito en Cambados, los blancos gallegos aún no eran apreciados más allá del Padornelo. Pero pasaron los años y todo cambió. Si tomamos como referencia la carta de vinos de Atrio, comprobaremos que en la edición de 2010 aparecían 17 referencias de blancos de Galicia (8 Rías Baixas, 1 Monterrey, 2 Ribeiros y 6 Valdeorras). Sin embargo, siete años después, la cifra se había más que doblado con 37 blancos de Galicia: 9 de Monterrey, 6 de Ribeiro, 4 de Ribeira Sacra, 4 de Valdeorras y 14 de Rías Baixas, uno de ellos, Sketch 2014, fuera de la denominación.
Al descubrir esa referencia recordé los tiempos heroicos del Albariño sin etiquetar, cuando, 1981, mis compañeros del Instituto de Fontecarmoa me llevaban a la taberna de Avelino, en Vilaxoán, donde bebíamos Albariño de cosechero y queso holandés de contrabando, un Gouda normal y corriente, pero que entonces solo llegaba a Vilagarcía de contrabando a través del puerto.
Quien visite un restaurante de Albacete, Denia o Pamplona, constatará que en la carta de vinos más sencilla aparece algún Rías Baixas. Además, los blancos de O Salnés, O Rosal y O Condado triplicarán en referencias a los blancos de otras DO gallegas. Este poderío del vino que encantaba a Cunqueiro tiene un año mágico: 1996. A partir de esa fecha, el Rías Baixas empieza a coger prestigio y acaba convirtiéndose en «El príncipe de los blancos de España», como certifica la carta de Atrio y de cualquier restaurante importante.
En 1996, sucedieron varios acontecimientos anecdóticos, pero significativos: en los carnavales de ese año, las comparsas cambadesas reconocieron en sus coplas el valor simbólico de Casa Germán, el bar más antiguo de Cambados, abierto el 18 de julio de 1928 con unos barrilitos de albariño, un vino entonces prácticamente desconocido. Su carácter pionero estribaba en que Casa Germán fue el primer bar que sirvió el Albariño en copas, cuando hasta entonces se servía en tazas.
Eso sucedía en los años 50. Casi medio siglo después, recuerdo un viaje a Ribadavia con el fin de recoger datos para un reportaje gastronómico. Entrevisté a varios hosteleros y comerciantes de productos gourmet y vinos, que me manifestaron su irritación porque en los folletos turísticos aparecían fotos de Rías Baixas servidos en copas en las mesas de restaurantes, mientras que el Ribeiro aparecía servido en tazas sobre barras de tabernas típicas.
Tenían razón, pero no se trataba de un capricho de los editores de los folletos, sino del fruto de un trabajo meditado, lento y eficaz de la DO Rías Baixas que, en 1996, empezaba a recoger el fruto del esfuerzo de la DO cuando Camilo José Cela seleccionó 150 litros de Albariño Pazo de Barrantes para acompañar una comida en su casa de Guadalajara para 80 comensales ilustres o el entonces príncipe Felipe aceptó ser investido caballero del Serenísimo Capítulo del Albariño. Ese año, se instauraba en nuestra comarca una Ruta del Vino Albariño a imitación de las grandes rutas francesas.
En 1995, los 280 cosecheros de las bodegas de Vilariño ya habían realizado su primer acto para hermanar vino y música con la presentación en Compostela del Grupo de Música Antigua Martín Códax. Un año antes, se había celebrado otra actividad pionera: las visitas sucesivas de grupos de periodistas ingleses, norteamericanos y holandeses para conocer las excelencias del Rías Baixas. Ese mismo año, entrevisté a Rafael Cela Torrijos, profesor del departamento de Química Analítica de la Universidad de Santiago, enfrascado desde 1980 en investigar la química del vino. Había ofrecido los servicios de su departamento a los consejos reguladores de Ribeiro, Valdeorras y Rías Baixas, pero solo respondieron afirmativamente desde O Salnés para colaborar con la universidad y hacer conjuntamente trabajos de investigación.
El resultado de esta visión inteligente y avanzada se disfruta ahora, cuando llega la vendimia y hasta los rañeiros amarran sus barcos para dedicarse a vendimiar o cuando el domingo pasado fui a comer a Finca la Desa, un nuevo restaurante que ha abierto en un pueblo extremeño llamado Miajadas. No tiene estrellas, soles ni recomendaciones de las guías, pero en su carta aparecen 10 Rías Baixas: Leirana 2021, tres Fefiñanes (2020, III 2022 y magnum 2022), Lusco 2022, tres Pazo Señoráns (2022, Selección 2014 y Colección 2020), Terras Gaudas 2022 y Martín Códax Arousa 2021.