El violín de Manso e Amigos se silencia para siempre

Moncho Vieites era conocido en Cambados por dos facetas: como ex director de la mítica Caja de Ahorros de Pontevedra que ocupaba la esquina de la plaza del Concello y como músico, miembro del grupo Manso e Amigos. Sus amigos del escenario y muchos más pasarán este miércoles por el tanatorio de Cambados para despedirse de él. Ramón Diego Vieites Daporta falleció a los 92 años de edad y mañana jueves a las 12 horas será enterrado en el cementerio de Santa Mariña Dozo en su Cambados natal. Ese Cambados al que tanto cantó y del que siempre presumió con el violín en la mano y alrededor de la buena mesa. «O que máis lle gustaba a Moncho era a festa», relata Salvador Cores Manso. Fue Moncho quien decidió que aquel grupo de aficionados a la música que un buen día, coincidiendo con las fiestas de Armenteira, decidieron juntarse para tocar y cantar debería llamarse así, Manso e Amigos, en honor a quien acumulaba ya una trayectoria de muchos años sobre los escenarios, primero con la mítica Krazzy Kray y, después, con el Vilaxoán Canta.

Comenzó así una trayectoria de un cuarto de siglo en la que Moncho jugó un papel fundamental. Tocaba el violín y el trombón y, aunque no era la voz principal, no dejaba escapar una actuación sin cantar La Picarona, esa pieza que tanto le gustaba. A veces Manso tenía que llamarle al orden por sus coros «repetitivos», cuenta, pero todo quedaba perdonado por su buen hacer musical. «Afinaba moi ben e era moi autodidacta». Con todo, Moncho Vieites tenía formación musical y con los años fue perfeccionando su técnica, primero tocando en las misas y funerales y, después, con Manso e Amigos junto a Olegario Falcón, José Antonio Vilas, Juan Silva, Carlos Otero y Salvador Cores.

Hasta hace un par de años todavía se le podía ver con su inseparable violín en la mano, pero sus problemas de salud le obligaron a apearse del escenario antes de poder participar en el particular Despacito de Manso e Amigos con arreglos de Antonio Otero en enero de 2023. Se le echaba de menos en los auditorios, en la comida de Santa Cecilia y, a partir de ahora también en su casa, entre los suyos, porque «era boa persoa», señala Manso.