La Voz de Galicia

El mejor buzo posible para la historia de Meis

Meis

m. santaló MEIS / La voz Historiador y autor de «A cruz e a espada, señores de Meis»

Con la publicación de un libro sobre los templarios, continúa inmerso en la difusión cultural del municipio

05 Jan 2018. Actualizado a las 05:00 h.

«Non lle fixo falta nacer en Meis para defender mellor que ninguén este Concello». Estas palabras no son recientes, pero podrían serlo. Se las dedicó el alcalde de Meis, José Luís Pérez, a Mario Gallego. Lo hizo en el verano de 2013, cuando el historiador recibió un título bien merecido: el de cronista oficial de la localidad. Ayer volvió a acudir al concello. Es como si nada hubiese cambiado. Nada, quizás resulte exagerado. Pero, lo que sí es cierto es que el interés de Gallego por explorar en la historia del municipio al que llegó a finales de los setenta para dar clase sigue intacto. O en aumento. La cita de ayer en la casa consistorial tenía como objetivo dar a conocer su séptima publicación sobre Meis: «A cruz e a espada, señores de Meis». ¿En qué aspecto se centra en esta ocasión?. El título de la obra habla por si solo. «A cruz é o símbolo que os templarios levaban no peito e a espada é a arma da súa loita», indica. Si ya publicó numerosas páginas sobre la historia del municipio en los años treinta, el escudo y las fundaciones (laicas y religiosas), entre otras temáticas, ahora es el turno de la orden de los templarios. Y su huella en Meis.

Gallego habla con verdadera fascinación del trabajo al que tanto esfuerzo dedica. Da gusto escucharle. Hace un repaso por la institución religiosa y militar fundada en el siglo XII para custodiar los caminos a Tierra Santa y proteger a los peregrinos. Se centra en el Camino de Santiago. En Meis. «Das sete parroquias do concello, tiveron posesións en todas menos Armenteira», indica Gallego. Con posesiones se refiere a la mayor parte de los terrenos. «Explotaban muíños, panaderías, viñedos... para gañar diñeiro para eles e para os templarios que estaban loitando en Terra Santa. Case case fundaron os primeiros bancos, intercambiaban diñeiro e protexían, ademais de aos peregrinos, aos comerciantes», relata Gallego. Lo hace cerrando el abanico y dejando en la superficie lo cercano. «As veces temos unha igrexa do século XVI cun gran valor ao carón da casa e non lle prestamos ningunha atención porque estamos pendentes do outro lado do mundo», afirma.

Esta preferencia por lo próximo es consecuencia de su profesión. Cuando aterrizó en el CPI de Mosteiro-Meis para impartir clases de geografía e historia le pasó lo que ya le había pasado en otros destinos previos: despertó en él ese interés por conocer más del lugar al que acaba de llegar para completar las lecciones a sus alumnos. «Cada feito histórico que lles contaba o acompañaba co que estaba a suceder en Meis nese mesmo momento. Non me gusta que descoñezan a historia do seu lugar», señala. No solo se convierte en experto de allí por donde pasa, deja escritos sus descubrimientos para que los vecinos puedan leerlos. De su estancia en Camariñas, también salieron diversas publicaciones sobre sus encajes de bolillos. Ahora, ya jubilado, continúa con esta misión. Por amor a la cultura. «A cruz e a espada, señores de Meis» está siendo repartida gratuitamente por el concello entre los vecinos como obsequio de Navidad. Su lectura es una de las mejores formas de conocer como se fundaron las órdenes de los templarios y a que se dedicaban. Aunque el historiador profundiza en el contenido del libro durante la charla, sus descubrimientos los dejamos para aquellos que se animen a leer sus casi cien páginas. Merece la pena.

Con los ya 3.000 ejemplares editados en circulación, uno puedo pensar que Gallego se estará tomando un descanso. Todo lo contrario. Hay dos viejos trabajos, tan viejos que uno lleva sobre la mesa 35 años y el otro dieciséis, en los que seguirá centrando sus esfuerzos. Si el segundo va sobre la onomástica de Meis, en el que empezó a trabajar previamente trata sobre su patrimonio artístico. Sus alumnos fueron «unha colaboración marabillosa». Si Gallego buceó en archivos de bibliotecas y museos, los estudiantes contribuyeron con una información más difícil de obtener: la de todos esos vecinos que tienen mucho que aportar.

 


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