La Voz de Galicia

Los estudiantes que coleccionan dieces

Vilagarcía de Arousa

maría hermida maría hermida

Acaban de terminar segundo de bachiller con matrícula de honor. Ahora luchan para entrar en la carrera que quieren

05 Jun 2016. Actualizado a las 05:00 h.

Florencia, Daniel, Alexandre y Laura, de Vilagarcía y alumnos del instituto Castro Alobre, están entre los estudiantes que estos días preparan el selectivo. Pero no son unos de tantos. Ellos coleccionan dieces. Y no se trata de ninguna exageración. Prácticamente, quitaron la máxima nota en todas las asignaturas de segundo de bachiller y acabaron el curso con matrícula de honor. Alexandre es el caso más exagerado en cuanto a batir récord de buenas notas. Sacó diez dieces en todas las materias este año... Y la media de todo su bachiller también es de diez. Es decir, pleno total. Hablar con ellos durante un receso en la biblioteca, donde preparan los exámenes mañana y tarde, es como mirar el presente a través de un prisma luminoso. Utilizan vocabulario solvente, explican con precisión de cirujano cuál creen que es la clave para sacar buenas notas y, sobre todo, confían mucho en el futuro. «Cuando acabemos la carrera seguro que las cosas están mucho mejor», señalan ellos.

Empezamos hablando de sus inicios. Indican que sus padres nunca se sentaron a estudiar o hacer deberes con ellos, pero sí que les inculcaron que estudiar era «lo más importante y lo primero». Alguno de los progenitores fue a la universidad, otros no... Y Alexandre hace una reflexión: «Eu creo que se os pais non estudaron o que máis valoran é que o fillo estude, e che insisten moitísimo». Tras hablar de sus infancias, llegan a la adolescencia. Creen que las claves para sacar buenas notas las tuvieron en «ser constantes, ir llevando las cosas día a día», en concentrarse mucho y, sobre todo, utilizar métodos de estudio como los esquemas y los apuntes. «Yo nunca estudio todo seguido, hago esquemas continuamente para llevarlo mejor», indica Florencia, y el resto asienten.

 

La reconversión de Daniel

Hasta ahí, sus historias parecen gotas de agua. Pero surge un tema en el que Daniel es distinto a los demás. Hablamos de si siempre aprobaron todo, de si sacar buenas notas es algo que se va llevando en el carné de estudiante desde el parvulario. Y todos señalan que sí. Todos, menos Daniel. Su caso es digno de ser contado. Daniel repitió tanto segundo como tercero de la ESO. ¿Qué le ocurrió? «No lo sé muy bien, no quería estudiar. Quería jugar al fútbol y dedicarme a andar por ahí». Llegó a estar un año sin hacer nada, una especie de tiempo sabático en el que se forjó su reconversión. «Luego empecé el bachillerato y todo cambió, empecé a estudiar y... me fue bien». Vaya si le fue bien. Este año acabó el curso con dieces en siete de sus nueve asignaturas y su media de bachillerato es de 9,6.

Daniel está ahora en la misma situación que sus compañeros. Pese a sus buenas notas, todos tienen que aprobar la selectividad con calificaciones de lujo porque las carreras que eligieron tienen notas de corte muy altas. ¿Están nerviosos? Sí ¿Tienen miedo? Primero contestan que sí. Luego, Alexandre lo matiza: «Se te pos a mirar ben os números, non é tan complexo facelo ben». Todos le dan la razón. Luego, hablamos de la educación, de lo mucho que les interesa la política o de los libros que leen. Y, entonces, uno desearía que quienes gobiernan les escuchasen. Porque duele oír a estudiantes brillantes decir que el sistema educativo hace aguas, que es demasiado teórico y que está a merced de los caprichos políticos.

maría hermida

vilagarcía / la voz

Miedo

na de las características que el ser humano comparte con otros seres vivos es el miedo. Este ha tenido siempre muy mala fama ya que suele causar bastante malestar y mantenido en el tiempo puede llegar a provocar estrés e incluso episodios de ansiedad. No obstante, el miedo tiene una función adaptativa, y gracias a él huimos de los peligros y se conserva nuestra especie, ya que nos hace prever los momentos de peligro, y nos ayuda a tomar decisiones eficaces para solventarlos. El problema está cuando nuestra mente es capaz de generar situaciones de peligro irreal y comienza a prevenir daños que o bien no son tales, o no son tan grandes como nosotros en principio prevemos.

¿Cómo es posible que jóvenes con expedientes brillantes se enfrenten a una prueba como el selectivo con tantos nervios, o más si cabe, que aquellos estudiantes que tienen unas notas más bajas? Es obvio que si durante los años de bachillerato (y seguramente durante los cursos previos) han sido capaces de mantener un nivel tan alto es porque su capacidad y su esfuerzo son extraordinarios, y por tanto están mejor preparados que nadie para someterse a un examen en el que se ponen a prueba sus conocimientos.

No obstante, a pesar de que ellos saben que están sobradamente preparados para obtener un resultado óptimo, también estoy seguro que por su cabeza rondará el miedo a fracasar en una prueba tan azarosa que puede hacer que en dos días se echen por tierra tantas y tantas tardes de estudio.

UPero ese miedo, a pesar de ser incomodo, e incluso poco racional, ha provocado que en estos años ellos se hayan enfrentado más preparados a muchos exámenes y ha facilitado que sacasen las mejores calificaciones, porque esa presión añadida ha sido la que ha hecho que siempre diesen un poco más que muchos de sus otros compañeros.

Ahora todos ellos están en el último escalón antes de llegar a su gran objetivo, y temen fracasar, pero seguro que lo que ha funcionado durante estos años también lo hará en estos días, superarán ese último escalón y dentro de unos meses estarán de nuevo rindiendo al máximo nivel, pero igualmente preocupados por el próximo examen.

 

Laura Santalla también quiere estudiar Medicina. Y, como su compañero de clase, señala que le gusta esa carrera «por vocación, porque es un trabajo que ayuda a los demás y muy bonito». Laura recuerda con cariño las instrucciones y consejos que le daba su madre hace años para saber cómo estudiar y en qué cosas debía centrarse. «Eso fue importante», señala.

Su madre le ayudó a saber estudiar y tiene vocación de médica

Intentará entrar en Medicina

 

Daniel pasó de la nada al todo. Suspendía en cascada y ahora remató el instituto con matrícula de honor. Su sueño es estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones en Vigo. Dice que no le gusta salir de fiesta y que, a lo sumo, va a tomar algo los fines de semana. Jugó muchos años al fútbol pero ya no lo hace. También dejó las artes marciales, en las que se empleó a fondo durante dos años.

De suspender en cascada a tener un expediente brillante

Pretende estudiar Teleco

 

Florencia Gayo, hasta hace poco, era bailarina de ballet. «Ya lo hacía casi en plan profesional, y me quitaba bastante tiempo. Lo tuve que dejar porque no podía comprometerme a estar en actuaciones, ensayos y demás». Quiere hacer Odontología. Si no entra en Santiago, intentará estudiar la carrera en otra parte o hacer un año de Enfermería y luego cambiarse a Odontología.

Amante del ballet, lo tuvo que dejar para centrarse en estudiar

Lucha para ser Odontóloga

 

Alexandre Senande quiere hacer Medicina. Señala que su elección no tiene nada que ver con las posibilidades de encontrar o no trabajo, sino con lo que le gusta. «É algo vocacional, paréceme un traballo moi humano, moi altruísta». Dice que sale poco, solo a tomar algo los fines de semana «e ata as doce da noite ou así». Antes, jugaba al golf en Armenteira pero lo dejó por falta de tiempo.

Quiere ejercer la Medicina, sale poco y antes jugaba al golf

Quiere hacer Medicina


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