«La prostitución disminuyó en clubes, pero se incrementó la de los pisos»
Vilagarcía de Arousa
La educadora estará hoy en Vilagarcía para hablar de su experiencia ayudando a mujeres víctimas de trata
10 May 2017. Actualizado a las 05:00 h.
Lourdes Pazo es técnica del programa Vagalume, una iniciativa de Hermanas Oblatas, que cuenta con la colaboración de Cáritas Diocesana de Santiago, especializada en dar apoyo a mujeres que viven en contextos de prostitución. Estará hoy, a las 18.00 horas, en el Auditorio de Vilagarcía.
-¿A cuántas mujeres están presentado ayuda?
-Depende del tipo de atención del que hablemos. A lo largo de 2016, de trabajo de calle, que es acudir a los lugares en los que se ejerce prostitución, tuvimos 700 contactos, que no tienen porque traducirse directamente en 700 mujeres. Para ello, visitamos 22 clubes y 20 pisos. En cuanto a los proyectos del centro de día, acudieron aproximadamente 150 mujeres, mientras que siete pasaron por el piso de acogida de cuatro habitaciones que tenemos disponible para aquellas que busquen reorientar su vida.
-¿Diferencian entre prostitución y trata?
-Sí, separamos entre mujeres que viven en contextos de prostitución y las que son víctimas de una trata, que, llegan a nosotros gracias a la Policía.
-¿Es difícil determinar cuando se trata de tráfico de personas?
-Es un trabajo que lleva tiempo. A veces son ellas mismas las que vienen pero, en los casos en los que acudimos a las comisarías de Vilagarcía, Pontevedra y Santiago, se les hace una entrevista en profundidad para detectar si pueden ser víctimas de una trata. Normalmente tienen una serie de deudas que hacen muy complicada la situación, ya sea porque viven amenazadas o porque tienen responsabilidades en sus países. Además, las tratas dependen mucho de las distintas nacionalidades.
-¿Qué distinciones encuentran?
-Las víctimas de un trata nigeriana, por ejemplo, suelen tener una deuda mucho mayor, de 30.000 o 40.000 euros. A ello hay que sumarle la dificultad del idioma y el ritual del vudú, en el que adquieren el compromiso de devolver el dinero. Se juega con el miedo y la superstición de que a una misma o a un ser querido le pase algo a causa de incumplirlo. Para las sudamericanas es más fácil, entre comillas, el poder reiniciar un trayecto vital distinto. Lo que está claro es que, en todos los casos, hay un problema económico y de desigualdad que hace muy difícil salir.
-¿Qué porcentaje logra hacerlo?
-Es una pregunta difícil de responder, no tengo una cifra. Nuestro objetivo, en principio, es que tengan la mayor información posible y acceso a distintos recursos que de otra forma no podrían tener, para que ganen en calidad de vida. También colaboramos en el retorno voluntario, si así lo quieren. A lo largo de los años hay mujeres que salen pero es complicado decir cuantas.
-¿Acostumbran a ser víctimas de violencia?
-Son muchos los casos en los que la violencia está muy ligada la prostitución. Pero, no solamente violencia física. Igual tenemos menos conocimiento de este último tipo pero las agresiones psicológicas también son muy importantes. Pueden ser a través de la presión de tener que ganar cierta cantidad de dinero para evitar represalias o la obligación de trabajar diez horas diarias siete días a la semana. También hay redes más violentas que otras, como pueden ser las rumanas.
-Habla fundamentalmente de mujeres extranjeras, ¿siguen siendo la mayor parte de las que ejercen la prostitución en Galicia?
-Si, cerca del 90 % de las mujeres que la ejercen son inmigrantes. Las españolas también aumentaron con la crisis pero están más en pisos que en clubes. Si hablamos de nacionalidades, brasileñas, dominicanas y colombianas son las mayoritarias en nuestra zona de actuación. También hay muchas rumanas, las mayor parte de las mujeres de Europa del Este son de allí.
-Llevan 25 años prestando su colaboración, ¿hay más o menos prostitución?
-Ha bajado significativa en clubes y ha aumentado mucho en pisos, ya sean alquilados por ellas mismas o gestionados por madamas.