La Voz de Galicia

Una ciudad por la que se camina mejor

Vilagarcía de Arousa

rosa estévez vilagarcía / la voz a la reforma urbana de vilagarcía

A unos les gustan más, a otros menos, pero admiten que las aceras de hormigón son más cómodas

25 Apr 2018. Actualizado a las 05:00 h.

Dentro de un mes, la plaza de Galicia (Vilagarcía), estrenará nueva imagen. Después del verano, si ningún trámite se atasca, arrancará la reforma de la plaza de A Independencia. Y, antes de las elecciones, el gobierno de Alberto Varela aún tiene previsto actuar en varios puntos más de la capital arousana para dar un impulso definitivo a ese modelo de ciudad por el que han apostado fuerte. En la Vilagarcía perseguida por el ejecutivo socialista hay un material que destaca: el hormigón. Es resistente, limpio, y exige poco mantenimiento. La panacea de las obras públicas. Otra cosa es su estética.

El hormigón entró en la ciudad por la calle Vista Alegre, y poco a poco ha ido abriéndose paso en otros puntos de la localidad. Aquella primera actuación, por la que ya ha pasado el tiempo, recogía ya las características de proyectos que iban a venir después. Aceras más anchas, más lisas, más fáciles de caminar. El hormigón afloró, después, en el entorno de la también remozada plaza de A Peixería. Y siguió ganando presencia.

Uno de los últimos lugares en los que ha emergido es en la calle Doutor Tourón, en el tramo que discurre entre el puente sobre O Con y la rotonda de la Marina Española. Hasta hace muy poco, transitar por ahí a pie era un auténtico infierno. Ángeles Buceta, que ayer caminaba por las nuevas aceras empujando un carrito de la compra, lo recuerda bien. «Antes esto era horrible. Era tan estrecho que tenías que pararte continuamente para dejar pasar. Ahora, por lo menos, vas cómodo», dice. «Con carrito o sin carrito», concluye. A Ángeles, lo único que no le acaba de convencer de la obra ejecutada es el acabado color hormigón. «¿Pero esto queda así...? Bueno, por lo menos ampliaron las aceras», reflexiona.

Seguimos tras los pasos de este material. Cruzamos la ciudad hasta la calle Villa Janer, al tramo de aceras que discurre frente a las puertas de la Divina Pastora. Antes, eran de baldosas y completamente irregulares, con rampas tan inesperadas como pronunciadas. Tras las obras, las aceras están «mucho mejor para los ancianos». Así lo considera Nélida, una de las inquilinas de la residencia, que vuelve de su paseo matinal. «Para mí están muy bien», concluye, rotunda. La monja que guarda la puerta sonríe. «Aunque las hubiesen hecho un poquito más anchas no les sobraba», apunta. Una pareja que vive en la misma calle asegura estar encantada con la nueva configuración de las aceras. «Son más cómodas, el suelo está más igualado, porque antes era un desastre... Y lo que dicen de que se cubren de verdín no es verdad», relatan.

Nuestra siguiente parada es en el paseo marítimo, cuya reforma es uno de los hitos del actual mandato. María Dolores Hermo empuja una silla infantil. Cuando le preguntamos, no lo duda. «Para mí es mucho más cómodo, y no solo para andar con el carrito. Antes se tropezaba mucho y ahora se anda muy bien. Además, acabo de estar en Francia y he visto que usaban también hormigón en muchas calles... Yo, a esta obra, le doy un notable». Pero no todo el mundo piensa igual. José Luis, que circula en bicicleta por el paseo, confiesa que el nuevo aspecto del mismo lo horroriza. «Si hubiesen fijado bien las baldosas y las hubiesen alisado, ya estaba. O por lo menos que hubiesen impreso e hormigón de otro color», sentencia. La obra, apunta, está mal rematada. Y tampoco se ha acertado al recolocar los bancos: algunos han quedado demasiado bajos.

No podríamos cerrar este recorrido por la Vilagarcía de hormigón sin hacer una parada en la plaza de Galicia, donde ese material gana protagonismo gracias al proyecto de peatonalización que ya está en marcha. Los trabajos, sometidos a escrutinio público, dan mucho de qué hablar. José Tomás Marcos estudiaba ayer, desde todos los ángulos, la obra. Él, que fue topógrafo, no acaba de ver claro el proyecto. «No acabo de entender que coloquen esa especie de estanque justo ahí, al final de Rey Daviña... No lo acabo de entender, pero hay que esperar a que acaben la obra».


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