El caso de Diana Quer, más dudas que certezas a punto de cumplirse un mes
Barbanza
El rastreo del coche al que supuestamente se subió la chica cada vez se reduce más. SIGUE AQUÍ TODA LA INFORMACIÓN DEL CASO
18 Sep 2016. Actualizado a las 09:02 h.
El próximo jueves se cumplirá un mes de la desaparición de la madrileña Diana Quer López en A Pobra do Caramiñal, donde había estado disfrutando de las fiestas del Carmen de Os Pincheiros hasta la madrugada del pasado 22 de agosto. Nadie sospechaba que la resolución del caso se iba a prolongar tanto y, a día de hoy, las dudas predominan sobre las certezas, a lo que sin duda ayuda el hermetismo de la investigación, aleccionada para evitar filtraciones, aunque algunas, a cuentagotas, sí ha habido.
La coletilla de que todas las hipótesis siguen abiertas está vigente cuando se pregunta a fuentes oficiales, aunque, no cabe duda, algunas han perdido peso. Lo que se puede considerar cierto es que en el seno familiar había problemas que invitaban a la propia Diana a expresar, de vez en cuando, su deseo de desaparecer; o a su hermana Valeria a realizar acciones que, presumiblemente, buscaban más llamar la atención de su entorno que dañarse a ella misma o a las personas con las que convivía.
Partiendo de la base de que Diana tenía «motivos» para marcharse, la investigación mantuvo como primera hipótesis el abandono del hogar de forma voluntaria, y ni siquiera dio demasiada importancia a los mensajes de un acosador, al que llegó a identificar y tomar declaración, que en los primeros días sirvieron como base para especular con la posibilidad de que la chica fuera víctima de un acto violento barajando el cruce de mensajes con una amiga como las últimas comunicaciones establecidas por la chica, que posteriormente se demostró que no lo habían sido y que la madrileña incluso regresó a la fiesta posteriormente y se divertía después de las tres de la madrugada con un grupo de amigos que había conocido en la villa de veraneo.
La ropa y el coche
Es una certeza que Diana Quer fue a casa a cambiarse de ropa en un momento de la noche que desapareció, porque en su habitación apareció el short rosa que su madre, Diana López-Pinel, enumerara entre las prendas que vestía. Pero aún no está claro que la chica llevase puesto el pantalón vaquero que se echa en falta en casa o un mono oscuro, que describió una testigo que aseguró haberla visto sobre las 7.00 de aquel día, aunque pudo haberse confundido en la descripción de la indumentaria.
Se considera altamente probable que Diana Quer se subió a un coche de forma voluntaria, pero persiste la duda de si fue cuando acudió a casa a cambiarse, cuando salió de ella o, posteriormente, de madrugada, con la intención de prolongar la fiesta, e incluso cabe la posibilidad de que viajara en un vehículo en cada uno de los instantes citados, por eso la investigación se afana en localizar alguna matrícula que las decenas del cámaras han podido captar -la del «foto rojo» del cruce del semáforo de A Pobra, las 16 del polígono industrial de A Tomada, las 47 de la autovía do Barbanza, las de las tres gasolineras del municipio y otras de carácter privado diseminadas por las vías por las que pudo transitar el coche.
Los últimos mensajes sonoros de Diana a sus amigos no dejan lugar a dudas de que pasadas las tres de la madrugada no solo se encontraba bien, sino que se divertía. ¿Qué ocurrió después? Eso es lo que trata de averiguar la investigación que avanza aparentemente lenta, pero que va reduciendo las pistas por las que tirar filtrando matrículas de coches -cada vez menos- y rastreando conexiones de teléfonos móviles, como buscando una aguja en un pajar que va perdiendo volumen poco a poco.
La guerra entre los padres no ayuda
Bastó una mínima chispa para que en el caso de Diana Quer se restableciera un incendio que se había declarado casi cuatro años antes: el divorcio de sus padres, que algunas fuentes calificaron de traumático para los cuatro miembros de la familia.
Si los primeros días la actitud de ambos dio que pensar, puesto que escondieron inicialmente su condición de divorciados y trataron de aparentar unidad ante el problema, pero la falta de gestos de cariño evidenciaba que algo ocurría, la retirada de la custodia provisional de la madre, Diana López, de su hija Valeria a favor del padre, Juan Carlos Quer, desató públicamente unas hostilidades que no habían cejado desde la separación.
Mediáticamente esas diferencias han contribuido a desviar el foco de atención de los programas televisivos de variedades sobre el objetivo principal del caso, que no es otro que encontrar a Diana, pero la investigación se ha encontrado con dificultades a la hora de verificar la importancia de determinadas declaraciones de los progenitores, que podrían estar contaminadas por la mutua animadversión.
No obstante, el puzle, según algunas fuentes, se está componiendo y hay confianza en una pronta resolución.