La Voz de Galicia

Lonja de Ribeira: En el corazón del gran zoco del mar

Barbanza

m. x. blanco ribeira / la voz Ofrece visitas guiadas

La nueva rula ribeirense abre sus puertas para que el público compruebe el proceso que siguen las capturas y siga de cerca las subastas telemáticas y cantadas

31 Dec 2019. Actualizado a las 05:00 h.

Las 35.000 toneladas de pescados y mariscos que pasan cada año por la lonja de Ribeira hacen de este edificio un gran mercado del mar. Cajas apiladas, precios que todavía se siguen cantando a viva voz y un trajín constante de compradores (hay más de doscientos acreditados en la actualidad) convierten cada día la rula en un hervidero que recuerda a un alegre zoco. Y como en aquellos, en este también es posible mirar sin comprar, recorrerlo como un simple observador que disfruta de un espectáculo sin igual. Eso sí, las visitas por la rula ribeirense tienen que ser concertadas previamente y en grupo.

De guía ejerce Jandro Ayaso, que es también el responsable de comunicación del recinto de subastas. El itinerario que dirige arranca con una clase teórica sobre la importancia de la lonja como abastecedor de los principales mercados nacionales, entre ellos los de Sevilla, Madrid y Valencia; y también de importantes puntos de venta en Portugal, Italia, Francia y el norte de África. A partir de entonces, los visitantes recorren, junto con los pescados y mariscos, un camino que comienza con la llegada del producto a la rula, por tierra o por mar. «O primeiro paso é a pesada e o control de trazabilidade que se fai mediante básculas conectadas a equipos informáticos que rexistran o barco do que procede o peixe, a arte de pesca que se empregou e a zona na que foi capturado», explica.

Luego llega la parte importante, la subasta, que se realiza en tres salas diferentes. La primera es para el lirio, el jurel, la caballa, la sardina... las especies del arrastre y el cerco: «O volume aquí é tan grande que ás veces a venda faise por palé», comenta Ayaso. En la segunda se sitúan las capturas de artes menores, el punto fuerte de la flota local: «Cada día temos aquí máis dun cento de especies diferentes». Y la tercera sala está reservada al marisco: «Pola mañá véndese o bivalvo, sobre as 15.00 horas o ourizo cando o hai e, a media tarde, o polbo».

La interesante puja de las seis

Aunque cada subasta tiene su encanto, la principal es la de las seis de la tarde. Es a esa hora cuando entran en juego las especies de artes menores, que concentran al mayor número de compradores, y es también la única que sigue siendo cantada. El público tiene ocasión de seguir el singular recitado de precios desde unos cubos superiores acristalados.

Antes de abandonar el recinto de subastas, Jandro Ayaso todavía tiene preparada una última parada para los visitantes: los pasillos en los que se acomodan mayoristas y minoristas para preparar la mercancía de cara a su traslado, sirviéndose de agua de mar, hielo y cajas de porexpán virgen. La ruta concluye en los muelles de carga, de donde parten los tráileres tras un largo, pero a la vez, rápido proceso: «Buscamos que o peixe chegue canto antes ao destino. A etiqueta Pesca das Rías que posúe a lonxa de Ribeira garante que pasaron menos de 24 horas desde a captura desas especies».

La rula abrió sus puertas a los turistas el pasado verano y llegaron a formarse grupos de hasta 80 visitantes. Ahora, con motivo de las vacaciones navideñas, repite la experiencia. Ayaso explica que la subasta cantada es el mayor atractivo: «A xente alucina, porque se asemella moito a unha xornada na bolsa. Tamén chama moito a atención a variedade de especies e o feito de que haxa ata 14 poxas paralelas».

La lonja busca, con estas iniciativas, darle un valor añadido al edificio y mostrar los controles de calidad que pasan los productos del mar. También quiere dar respuesta a las numerosas personas, vecinos y forasteros, que se han interesado por adentrarse en las entrañas de este gran mercado marinero.

 


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