La Voz de Galicia

La pluma que se inspiró en Barbanza para la novela histórica del año

Barbanza

m. x. blanco ribeira / la voz Escritor

El convento de A Misarela es el eje de la exitosa obra «El custodio de los libros»

10 Feb 2021. Actualizado a las 05:00 h.

Segunda mitad del siglo XV. Un extraño monje con un valioso cargamento de volúmenes que recogen saberes de tiempos inmemoriales llega al convento de A Misarela. La lucha por preservar esas joyas bibliográficas es el eje de El custodio de los libros, una obra que se ha hecho con el prestigioso premio Cidade de Úbeda y que ahora está nominada a la mejor novela histórica en español del 2020 por el blog Hislibris, especializado en esta temática. Y a estos indicadores de éxito hay que sumarle la circunstancia de que la primera tirada se agotó en dos meses, lo que motivó una reedición que ha hecho posible abastecer de nuevo a las librerías.

Detrás de esta novela está Rodrigo Costoya, un compostelano que durante varios años tuvo una estrecha vinculación con A Pobra, donde tenía segunda residencia. En ese período tuvo la posibilidad de conocer, no solo la zona, sino también la historia que se esconde detrás de lugares como la torre de Xunqueiras o el pazo de Goiáns, otros de los lugares en los que transcurre la trama. El autor explica que fueron estos parajes, junto a otros como la calzada de Vitres, el Arca de Barbanza o la inmensa ría de Arousa, los que se postularon para ser los escenarios de la que es la segunda novela de una serie que arrancó con Portosanto: «Nela deixaba no aire un asunto sobre unha biblioteca secreta, que foi a orixe desta historia».

«Souben dun monxe que estivo de gardián no convento da Misarela e que logo foi o primeiro que levou para América unha colección de obras literarias»

Un libro de Domínguez Fontán le abrió las puertas de un pasado que le pareció fascinante: «Souben dun monxe que estivo de gardián no convento da Misarela e que logo foi o primeiro que levou para América unha colección de obras literarias. Ao redor desa biblioteca construín a historia de El custodio de los libros». Las tierras de Barbanza, que ya aparecían mencionadas en la primera novela de Costoya, acaparan en esta segunda una relevancia total: «Os protagonistas de Portosanto navegan ata a que era A Pobra do Deán. Fixen que a comarca barbancesa, que xa me tiña impresionado, tivese presenza, aínda que fora secundaria».

Realidad y ficción

Sobre las claves del éxito de este extenso volumen, de nada menos que 870 páginas, el escritor se limita a decir que «puxen todo da miña parte para tentar que así fose». Pese a ello, reconoce que no es fácil determinar qué elemento ha podido ejercer de enganche para el público: «É unha novela escrita con moito sentimento, na que se conta unha historia interesante, porque ten unha dose elevada de verdade. O resto, supoño que será cuestión de técnica narrativa, de lograr que o texto teña en tensión ao lector».

Rodrigo Costoya reconoce que siente predilección por la historia, por lo que ese proceso de documentación previa que requieren sus libros, más que un esfuerzo es un placer: «Cando descubro unha historia interesante non podo resistirme a tirar do fío e xa o fago no día a día, aínda sen pensar en que poida ser un argumento literario».

Siente, además, especial predilección por esos fragmentos del pasado que permanecieron ocultos durante siglos y que es gracias a historiadores o investigadores como consiguen ver la luz y llegar al gran público: «Eu tento contribuír dándolle a esas historias forma de novelas».

El compostelano ya tiene a punto la novela que cerrará esta trilogía con la que se ha lanzado al mundo de la literatura. Con ella alejará a los lectores de Barbanza, propiciándoles un viaje a Francia. «Aínda que compoñen unha serie, cada un dos volumes pode lerse de forma independente, pero comparten personaxes, tramas e unha época histórica concreta», explica.

Aunque no renuncia a su profesión, la de docente, Rodrigo Costoya reconoce que escribir ha rebasado para él la categoría de afición: «Agora mesmo case é para min unha forma de vida, pois dedícolle todo o tempo que me deixa libre o traballo». La constancia y el esfuerzo, que en su caso se traducen en las 10, 12 y hasta 14 horas que llega a dedicarle al día a la literatura, son para él claves de los logros conseguidos en este ámbito: «Nunca pensei que ía chegar tan lonxe. É difícil, pero alcanzable».


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