La carnicería con tres graves crisis a cuestas: la de los 80, las vacas locas y el coronavirus
Barbanza
El negocio de Moncho Boga y Lourdes Blanco cumple 35 años y, pese a las piedras del camino, va viento en popa
12 Feb 2021. Actualizado a las 05:00 h.
En los tiempos que corren, con la sombra del coronavirus planeando sobre el mundo y acechando a un montón de pequeños negocios que luchan por sobrevivir, historias como la de la carnicería boirense Moncho Boga cobran, si cabe, más relevancia. Este negocio familiar cumple 35 años y pese a llevar tres grandes crisis a cuestas: la económica de los 80, la de las vacas locas y la actual derivada de la pandemia, va viento en popa. Tiene el relevo generacional garantizado y es una tienda de referencia, con clientes en diversos puntos de Barbanza.
Moncho Boga y su mujer, Lourdes Blanco, montaron la carnicería en un puesto de la segunda planta del antiguo mercado de Boiro en 1986. Los comienzos fueron, en palabras de su fundador, extremadamente duros: «Había unha crise económica brutal, á que se sumaba, para nós, o feito de que nos acababamos de casar e mercaramos un piso cun préstamo. Partimos de cero, o único que tiñamos era a miña experiencia».
Y es que Moncho procede de una familia de carniceros, pues sus padres pusieron en marcha, hace unas seis décadas, el primer puesto dedicado a la venta de carne que hubo en la vieja plaza de abastos boirense. Fue esta tradición la que propició que el negocio llevara su nombre, una decisión de la que se arrepiente: «Hoxe non o tería feito así, porque a miña muller ten o mesmo mérito ca min ou máis. Incluso expuxen en varias ocasións a posibilidade de cambialo».
Cuando el comercio todavía luchaba por sobrevivir, esta pareja de emprendedores tuvo que hacer frente a la segunda gran embestida: la aparición de la enfermedad de las vacas locas. «A situación púxose moi difícil, pero eu xa dicía que se lograbamos continuar poderíamos considerar que estabamos licenciados. Daquela aprendemos que había un antes e un despois».
Relevo garantizado
Y el después llegó mientras se abría una puerta a la esperanza. Con el traslado del negocio al nuevo mercado boirense comenzó una etapa dorada que, pese a la irrupción del covid, se ha mantenido hasta hoy: «Aos seis meses de estar na praza xa tivemos que ampliar o cadro de traballadores». Eso sí, la carnicería Moncho Boga conserva el espíritu de establecimiento familiar con el que echó a andar. Junto al matrimonio promotor, conforman la plantilla dos hermanos del fundador, David y Rosa, y su hijo David: «Con 26 anos vén moi forte, así que, por fortuna, o relevo xeracional xa o temos asegurado», apunta Moncho con orgullo.
Le dejará un establecimiento que está considerado uno de los referentes del ramo. Cuando se podía, había vecinos de diversos puntos de la comarca que se desplazaban periódicamente al punto de venta de Moncho Boga para adquirir la carne y ahora siguen recibiendo los pedidos en sus casas: «Hai que cumprir cos clientes e coas entregas a domicilio chegamos a Rianxo, Ribeira e Porto do Son».
Esa fidelización, junto con la dedicación y el esfuerzo son, según Boga, los secretos del éxito de su empresa: «O trato co cliente é fundamental, porque por moi bo produto que teñas, se non o sabes vender, mal. Nós eramos moi de ter conversa coa xente, de explicarlles todo, pero agora con esta situación e coas máscaras estamos moi limitados».
Aunque claro, la materia prima es el gran puntal y Moncho Boga tiene clara su apuesta: «Sen dúbida, Tenreira Galega. Nós escapamos das modas, se ben é certo que ultimamente temos que afinar os cortes, porque a xente nova pide pezas concretas».
Consciente del difícil camino que tiene por delante el pequeño comercio, él se muestra optimista: «Sairemos desta».