Soy poco
Barbanza
«Así celebro las Nochebuenas en que no me ha tocado la lotería. Recordando lo que decía mi padre: lo primero es ser, tener es secundario»
22 Dec 2021. Actualizado a las 05:00 h.
Levanto el Almax como Rafiki levantaba a Simba en el Rey León. «Ayúdame, almagato, a aplacar los coléricos ácidos invocados por la salsa». Y vuelvo a sopetear el plato con un trozo de pan. Así celebro las Nochebuenas en que no me ha tocado la lotería. Recordando lo que decía mi padre: lo primero es ser, tener es secundario. Nuestro consuelo es una cervantina recompensa. En el capítulo quinto, don Quijote exclama: «Yo sé quien soy», y ese es mi premio, haber aprendido a decir lo mismo. Decir «yo sé quien soy» implica decir «yo sé quien puedo llegar a ser».
Y eso en la trituradora de sueños que es el mundo actual es valioso. Abro la farmacia e intento ayudar a la gente con los males del cuerpo, escribo artículos e intento ayudar a la gente —y a mí— con los males del espíritu. Nada más. Así me voy realizando, con acciones cotidianas, ausentes de heroísmo, pero modestas y ligeramente útiles. En la farmacia trabajo, escribir es mi oficio: llevo dos hombres dialogando dentro de mí. Y este es mi techo. Soy poco, pero soy bastante.
Aceptar que uno es poco es el paso más importante para ser suficiente, y quizá ser suficiente es importante para ser mucho: reevalúa tus sueños. Ya está, no tienes que ser el superhombre que te pedían Coca-cola y Nietzsche. «Poco» es más que «nadie». «Poco» es una honesta propuesta de vida buena, pese a los madrugones, las actualizaciones de sistema, las cacas de perro en la acera, las llamadas de Vodafone en la ducha… Tengo un proyecto común con mi mujer, soñamos juntos aunque combatamos por el edredón. Yo sé quien soy. Somos poco. Somos todo.