Del desierto hasta Barbanza: «Levo case toda a vida criándome con nenos saharauis»
Barbanza
Veinte pequeños pasarán el verano en Barbanza con familias de acogida
20 Jul 2024. Actualizado a las 16:23 h.
Temperaturas de hasta 50 grados en verano, un frío abrumador durante el invierno, escasez de alimentos y una vida huyendo de los conflictos. Estos son algunos de los problemas con los que conviven los niños saharauis desde que nacieron: «Estes rapaces son exiliados do seu territorio, viven en campamentos porque o seu país está ocupado», recuerda Covadonga Rodríguez, responsable comarcal de la asociación Solidariedade Galega co Pobo Saharaui (Sogaps).
Sin embargo, veinte pequeños de entre 9 y 10 años tienen la oportunidad de olvidarse durante un tiempo de esta situación y pasar el verano en Barbanza gracias al programa Vacaciones en Paz. Esta iniciativa lleva a que algunas familias se hayan acostumbrado a acoger pequeños cada vez que llegan los meses de julio y agosto, repitiendo experiencia siempre que pueden. Es el caso de Elena Lema, una ribeirense que cuenta con 21 años de trayectoria tratando con estos niños: «Xa teño netos saharauis».
Otra que lleva más de dos décadas llenando de cariño a estos pequeños procedentes del Sáhara es María Preciosa Resúa. La boirense actualmente acoge a una niña que es familiar de otro que ya cuidó en el pasado y con el que mantiene el contacto. Aparte, también tiene en acogida a una niña de Ucrania. «A convivencia é perfecta», apunta sobre la relación entre ellas.
Además, María Preciosa Resúa tiene una hija —Tania Alcalde— que ha querido seguir sus pasos y poner su granito de arena en el programa Vacaciones en Paz. Ella vive este verano su primera experiencia como madre de acogida de una niña saharaui, y confiesa que todo está saliendo fenomenal.
«Levo case toda a vida criándome con nenos saharauis», asegura Alcalde, que desde que tenía 9 años ha compartido sus veranos con los niños de acogida que llegaban a su casa. Sin embargo, esta vivencia primeriza como tutora hace que viva momentos de sorpresa: «Onte pediume ás doce e media da noite que lle fixera un prato de pasta con atún e salsa de tomate. Xíxome que alí o atún e o tomate eran moi caros e que alí non comía moito».
Situaciones cotidianas
El choque cultural al que se enfrentan estos niños cuando pisan tierras barbanzanas hace que muchas cosas cotidianas, para ellos resulten muy curiosas. «Estráñalles moito a forma de vestir e que comamos nun espazo distinto a onde durmimos», comenta Covadonga Rodríguez, que también lleva años siendo madre de acogida. «Sorpréndelles moito as escaleiras mecánicas e os ascensores», destaca la rianxeira.
Las condiciones en las que viven en el desierto son totalmente diferentes a las de Galicia, por eso les impresionan cosas que para la mayoría de personas se perciben como facilidades. «Non entenden como pode saír auga ao xirar o grifón», comenta María Preciosa. Pasa lo mismo con la comida, ya que la situación del Sáhara no facilita que puedan degustar una gran variedad de alimentos, por lo que llegan aquí y prueban muchas cosas nuevas. «Gústanlle moitos os caramelos e lévanos con eles para a casa para repartilos coa súa familia», cuenta Milagros Castro que, acompañada de su marido Jesús Álvarez, repite por segunda vez como madre de acogida.
Son un matrimonio de 64 años de Rianxo, y el tiempo del que disponen para cuidar a estos niños del Sáhara junto con el deber que sienten de socorrerlos derivó en que este año se hiciesen cargo de tres. «Dous deles xa estiveron con nós antes e veu un máis despois de que cinco familias non puidesen acollelo. Para nós é un máis», cuenta Milagros.
Su marido Jesús relata que siempre se ha interesado en participar en programas solidarios como el de Vacaciones en Paz: «He pensado toda la vida que había que echarle una mano a los niños». El rianxeiro destaca que los pequeños «valoran más las experiencias humanas como ir a la playa o al parque, no las cosas físicas». También puntualiza que «el idioma no es problema, porque se adaptan muy rápido, solo quieren que se les dé cariño, es una satisfacción».