La Voz de Galicia

Sangría municipal

Porto do Son

Alicia Fernández

30 Sep 2022. Actualizado a las 05:00 h.

La información publicada esta semana comparando la aplicación el impuesto municipal sobre vehículos en la comarca, es el claro ejemplo de lo que les hablaba en días atrás. Algo que los políticos no comentarán en la ya iniciada campaña electoral que culminará en mayo del próximo año. ¿Cómo puede haber una diferencia del 60 % entre ayuntamientos del mismo entorno? ¿Qué han hecho mal los propietarios de vehículos de Ribeira, A Pobra y Boiro para merecer semejante castigo? ¿Tienen los de Muros, Porto do Son o Mazaricos menos calidad de servicios por ello?

La dinámica es conocida: un gobierno con mayoría suficiente sube un impuesto hasta la indecencia. Los siguientes, llegados a la poltrona y una vez probado el maná de despilfarrar dinero público, lo mantienen y defienden más de lo que lo han criticado en la oposición.

Hace años los consistorios disponían de escasos recursos y el Estado y las comunidades autónomas fueron creando tasas e impuestos para contentarlos. Hoy disponen de un amplio catálogo que grava —muchas veces sin sentido— cualquier iniciativa, derecho o propiedad de los ciudadanos.

Al menos a los boirenses les queda el consuelo de saber a dónde va el sobrecoste. Aún sin ordenanza somos el pueblo más pintado, señalizado y reordenado de España. Un caso raro que agota el catálogo de señales de la DGT, de báculos, de vallas y letreros, de cambios de dirección y hasta de carriles bici que fagocitan las aceras para que transiten por ellos los peatones. ¡A tal punto que hasta el mismo Pere Navarro, entre estupidez y estupidez, desearía vivir aquí!


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